Mis citas

Cita de Juan José Millas en El País el 19 de Noviembre de 2009

"Los vocablos no sólo contienen definiciones, también tienen sabor, textura, volumen, que las hay imposibles de tragar, como el aceite de ricino y las que entran sin sentir, como un licor dulce.
Las que curan y las que hacen daño, las que duermen y las que despiertan. Las que proporcionan inquietud y paz. Hay palabras, incluso, que matan".

sábado, 14 de noviembre de 2009

La niña del Más Allá

Hola chicos, soy Alishon y os voy a contar una historia de cuando yo tenia 15 años.

Yo vivia en una ciudad muy pequeña,que está al lado de un pueblecillo con poco menos de 50 habitantes,pero ese pueblo podría tener muy pocos habitantes y ser muy pequeño, pero en ese pueblo habian pasado las peores historias que os podais imaginar.

En la última semana de octubre Ana, Héctor, Ibai, Cris y yo íbamos andando hacia el colegio, y empezamos a preguntarnos todos qué haríamos la última noche de octubre, mejor dicho la noche de Halloween, segun dicen la ñoche más terrorífica del año.

Yo les repondí que no creía mucho en eso, pero si iban a hacer algo que contaran conmigo. Todos empezaron a proponer cosas ,uno propuso hacer una fiesta terrorífica, otro grabar las voces de los muertos en el cementerio, pero no nos gustó ninguna de las ideas.

De repente hubo un silencio y todos pensaron algun plan. Era una noche increible y tenía que ser lo más terrorífica posible. Cuando yo dije:

- "Ya sé, vamos al pueblo que está al lado de la ciudad. Ya que tenemos la suerte de vivir cerca de un pueblo con tantas historias, aprovechemos."

Y a todos les gustó la idea. Estábamos deseando que llegara el la noche del 31 de octubre. Héctor propuso llevar su cámara y algunas cervezas. Nos pusimos de acuerdo en todo y nos encontraríamos en la puerta de la iglesia con las bicis.

Llegó el viernes, ¡qué nervios! Ya está cerca el sábado y la hora de divertirnos. Como todos los dias íbamos caminando al colegio y empezamos a hablar de lo del sábado. Ana nos dijo que no quería ir el sábado a ese lugar, porque su abuelo le había contado que había una niña que murió el 31 de octurbre y todos los 31 de octubre se venga de su muerte y a quien esté en ese momento en el cementerio lo arrastra a su tumba.

Todos nos quedamos petrificados con la historia del abuelo de Ana. Yo creía mucho en esas historias, pero sí que me impresionó un poco esa historia. Pero queriéndome hacer la valiente, me reí con una dudosa carcajada "jajajaajjaja". Esas historias no son verdad. Los muertos están muertos. Hay que tener más miedo a los vivos. Todos me miraron y se rieron. Dijeron tienes razón, los muertos muetos están.

De repente a todos nos dio un escalofrio y una sombra traspasó mi cuerpo drrrriiiiiiiiiiiiiiiiinnnnnnnnnnnnnnn. Sonó el timbre, todos echaron a correr, llegábamos tarde a clases.Eché a correr con todos y miré atrás y una sombra me despedía y me susur :

-"Estás muerta en vida"y se alejó de mi cantarrujeando" lalalalalalalalalalalalalalala" y paraba y se reía diabólicamente.

P
arecía que todo se centraba en ella y en mi, que no pasaba el tiempo hasta que escuché que alguien me hablaba, era Cris y me decía :

-"Ali Ali Ali ,¿estás bien? ¿qué miras?,venga vamos, ¡llegamos tarde!
Le dije vamos que llegamos tarde con un sonrisa muy falsa.

Llegó el sábado y estábamos todos menos Ana. Cogimosy fuimos al cementerio, sacamos las cervezas y las bebimos. Estábamos un poco bebidos, pero poíiamos andar y conducir las bicis hasta casa. Todo el tiempo estuvo grabando la camara, nos íbamos a ir cuando escuché el grito de una niña pequeña y me iba a acercar cuando me acordé de lo de ayer y me alejé lentamente y les dije:

-"
¡correr!" .
N
adie me hizo caso y sólo yo corrí y salí. Cuando me di cuenta, esa niña les habia cojido a todos mis amigos yo estaba fuera del cementerio y ¡punnnnnnnnn!, se cerraron las puertas con ellos dentr. Era la niña, yo grité: "nnnnnnnnnnoooooooooooooo".

Se puso todo oscuro. Yo inteté abrir la puerta, mientras ellos pedían ayuda, agaché la vista para coger una y consegui abrir la puerta, pero habian desaparecido. Yo cogi la cámara de Héctor y coji la bici y fui hacia mi casa. Les conté lo que me había pasando y no me creyeron. Les enseñé la cinta, pero ellos no veían nada. Me desmayé y cuando me desperté estaba encerrada en un manicomio, me creían por loca, pero pensé que esto era lo que esa niña quería. A esto se refería con muerta en vida, pero ahí no se acabó.

E
lla venía todos los Halloween a torturarme con la muerte de mis amigos, cada año me hacen ver esa cinta de video que gra la muerte de mis amigos aquella noche de Halloween.
Durante los primeros años les decía lo que veia, pero después les dje lo que ellos querían escuchar. Llevo encerrada con ese recuerdo 10 años y mañana es Halloween y salgo al fin de este infierno y voy a vengarme aunque me tenga que morir.


FIN

Origen De Los Meses Y Dias De La Semana

Alumnos de 4ºA LATIN. ¡Echad un vistazo a esta presentación de powerpoint!

Al diablo con los niños

AL DIABLO LOS NIÑOS..

Era una noche de Halloween. Las calles estaban muy oscuras y habia luna llena. Esa misma noche andaban por las calles un grupo de amigos , pasaron por una calle llamada "Al diablo los niños" , caminaban y caminaban hasta que llegaron a la calle principal. Todos se quedaron mirándose entre sí y dice uno de ellos que faltaban dos.

Asustados todos volvieron a pasar por la misma calle a por sus amigos , volvieron a salir de la misma calle y desaparecieron dos más. Todos asustados fueron corriendo hacia la comisaria que quedaba a la vuelta de la esquina. Antes de llegar a la comisaria uno de ellos se paró y todos se le quedaron mirando cómo se convertía en un lobo. Los demás se fueron corriendo , el chico convertido en lobo iba muy deprisa y cogió a uno de sus amigos. Al final sólo quedó uno y consiguió llegar a la comisaría , pero en la comisaría no había nadie y por las calles tampoco.

El niño muy asustado cogió una pistola y fue a por el resto de sus amigos. El lobo lo encontró pero el llegó a dispararle y cogió a sus otros dos amigos. Los tres se fueron corriendo a la calle "al diablo con los niños" . Uno de ellos llevaba la pistola y los otros dos una linterna iluminando las calles y , de repente, apareció un hombre con garras y cuernos. Para poder matar a ese hombre había que darle luz. Ellos le iluminarón con toda la luz que podían. Él le arrancó el pie a uno de sus amigos , pero le consiguieron matar. Recuperaron a sus cuatro amigos que desaparecieron en esa calle y todos ellos se fueron a por el otro chico.

Ya se estaba haciendo de dia y la luna se escondía , el chico volvió a la normalidad pero aun así había muerto, se fueron a sus casas y dejaron a su amigo ahí ,y ya nunca más volvieron aparecer por esa calle.....

Los asustadores asustados

Halloween. Juan,Ana y Carlos iban por las casas diciendo la frase típica "truco o trato".
Almacenaron tantos caramelos que ya no les cabían en los bolsillos. Los tres estaban seguros de que en la siguiente casa les iban a dar más caramelos.

Al contrario. Llamaron y no abrió nadie la puerta .Se hizo bastante tarde, les entraba la curiosidad de llamar otra vez a algún vecino.

-Voy a llamar otra vez-dijo Carlos.
-Yo creo que no es buena idea, porque igual están en la cama y les vamos a despertar-dijo Ana.-
-No te preocupes Ana, no estarán durmiendo.Les vamos a dar un buen susto.

Carlos se dirigió a la puerta poco a poco y llamó. De repente se abrió la puerta de golpe.Los tres se quedaron atónitos por la acción.

-Creo que deberíamos irnos-dijoJuan asustado.
-No seas miedica-dijo Carlos con signo de chulería.

Estaban muy asustados pero sentían curiosidad. Creo que he visto una calavera al fondo.No puede ser, será una de plástico y además los fantasmas no existen.

Entraron poco a poco con el mínimo ruido posible. Cuando ya estuvieron los tres en el interior dela casa se cerró la puerta de golpe. Los tres se quedaron inmovilizados por aquel extraño suceso.-Habrá sido la corriente-dijo Carlos con voz asustada. Los tres quedaron en una oscuridad profunda. De pronto salió una voz potente hacia los chicos.Los tres se quedaron aterrorizados. Se abrieron las luces y salió del salón un señor que los chicos conocían. ¡Era el señor director!

El director se rió a limpia carcajada. Se quedaron sorprendidos con cara de mal gusto por el susto recibido. Es lo que hay chicos,los asustadores asustados! ja, ja , ja .

¡Feliz Halloween,chicos!



viernes, 13 de noviembre de 2009

El chico que soñaba que le mataban

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Esta es una historia real que ocurrió un 31 de Octubre.

El protagonista era un niño llamado Fernando. Este niño siempre soñaba que le mataban en una noche de Halloween.

Harto de soñar siempre lo mismo, decidió llamar a un inspector de sueños extraños. De camino a su casa, el inspector iba tranquilo porque ningún caso se le había quedado sin resolver.

Cuando llegó a la casa del niño, le preguntó:

- ¿Qué es lo que sueñas ?

- Que me matan en una noche de Halloween - respondió él con miedo.

- ¿Con qué arma lo intentan hacer?- Volvió a preguntar el inspector.

- Un año con una pistola, otro con un cuchillo y así todos los años....

Con esas pocas pistas el inspector ya sabía lo que le pasaba a Fernando, así que se acercó a él y le susurró al oído lo que le pasaba.

Nada más oír lo que le había dicho, Fernando huyó de su propia casa, dejando allí sólo al pobre inspector.

Poco después, el chico se perdió y no supo donde ir. Bagando por las calles, se topó con una chica en una situación parecida a la de él.

Se llamaba Laura, se le acercó a Fernando, le dio la mano con gesto de Bienvenida y le contó su sueño.

- Yo estoy perdida y cansada de soñar siempre que me secuestran.

- Pues mi sueño es aún peor: sueño que me matan- dijo Fernando muy seguro de lo que decía.

Muy pronto oscureció, y justo cuando salió la luna llena, Laura se convirtió en una bruja y, mientras que Fernando se convirtió en un niño lobo.

Intentaron llamar a la puerta de la casa de los vecinos, pero al verlos , la gente cerraba la puerta de un portazo con miedo de que Laura y Fernando les hiciera algún truco.

Llamaron a todas las casas de la ciudad, pero nadie les dejaba pasar.

Al año siguiente, les ocurrió lo mismo. Laura, harta de soñar lo mismo de siempre, intentó clavarse un cuchillo, pero Fernando la detuvo.

- Estoy harta de ser una bruja, quiero volver a ser la chica que era antes - lloró Laura.

- Yo también, pero no significa que tengas que matarte -dijo Fernando - anda, no seas tonta, a mí tampoco me gusta ser un niño lobo.

- No vamos a poder sobrevivir durante mucho tiempo, tenemos que pedir a la gente comida.

- Pero ya has visto que no nos quieren en ésta ciudad. Aunque....¿y si les pedimos chucherías?-preguntó Fernando.

- ¡Oh sí !¡me encantan las chucherías!-exclamó Laura.

Pronto volvieron a llamar a la gente, pero esta vez dijeron a la vez:

- ¡Truco o trato! ¿Nos pueden dar alguna chuche?.

- ¡Ay! ¡Qué niños tan graciosos!. Tomad todas las que queráis, son todas vuestras -respondió la mujer de la casa a la que llamaron.

- ¡Gracias, señora!. Es muy amable - dijeron los chicos.

- Oye, esto es divertido; Hagamos esto todos los años en el día de Halloween - propuso Laura.

- Está bien, será una tradición - dijo Fernando.

Laura, sin saber como, tocó el timbre de una casa, y acto seguido abrió una mujer:

- ¿Qué os parece si entráis a mi casa y os preparo un chocolate con leche?.

Los chicos desde ese día fueron felices en esa casa.

Gracias a esos dos chicos (que volvieron a ser como antes ) hoy en día muchos niños como ellos, celebran esa fiesta, llamando a las puertas de los vecinos esperando a que alguien les dé caramelos.

En lugar de ser brujas y niños lobos de verdad, en Halloween la gente se disfraza y la fiesta se celebra de noche.

Espero que os haya gustado.

Halloween ¡de skaters!

Como siempre el 31 de octubre, se celebra una fiesta terrorífica y malvada. Como todos los años, la gente se disfraza para asustar y pedir caramelos. Pero Tomás, Aitor y yo no fue eso lo que hicimos. Lo que hicimos viene ahora, pero no creo que os guste mucho esta historia.

Nos despertamos a las siete de la mañana, comenzamos a disfrazarnos y a ponernos peinados locos. Una vez disfrazados comimos, agarramos los skates y nos fuimos. Por todos lados la gente nos miraba como chiflados, pero nosotros seguíamos y hasta les asustábamos. Viajamos por todo Pamplona en busca de un sitio en el que estar a gusto, una vez encontrado el sitio correcto nos pusimos a patinar, atropellar y a grabar.

Sobre las siete de la tarde nos fuimos a comprar y a buscar mas sitios para hacer skate, sobre la marcha nos encontrábamos escaleras, saltos, bancos , bordillos etc… donde nos marcábamos unos trucos y los grabamos hasta aburrirnos. Cuando conseguimos llegar al skatepark de Zizur (era nuestra meta desde el principio) y nos pusimos a patinar, hasta que sobre las diez de la noche nos fuimos un rato a hacer parkour, la policía nos perseguía y nos intentaba coger, pero nosotros les tirábamos huevos.

Ellos no tenían ningún problema por que les tirásemos huevos, ellos seguían igual. Lo que no pudieron evitar fueron los resbalones en la hierba y los pedrazos desde el tejado. Aparte de nosotros también estaban Saimon, Dani, Rober, Asier, Devora y Lorena.¡Ah! nos encontramos a “Cheewaka” y era muy majo, aparte de que también era bastante pequeño. Las chicas y los chicos de aquel skatepark se asustaban y se preocupaban cuando nos caíamos y escupíamos sangre.

Sobre las dos de la mañana nos fuimos a casa y en casa estuvimos jugando y tirando huevos desde la ventana a los que pasaban y también nos reíamos con los golpes de Aitor, Tomas y sobretodo… ¡las mías! Cenamos un poco y nos fuimos a la cama y en el cuarto estuvimos hablando y jugando sin hacer mucho ruido.

A las cinco de la mañana nos dormimos y a las doce de la mañana nos levantamos para quitarnos los maquillajes por que habíamos manchado toda la almohada de color blanco y negro. Aparte nos dimos cuenta de que habíamos gastado dos botes de gomina, un bote de crema, un bote de laca color naranja, medio bote de laca normal y 25€.

Después de eso no nos gastaremos ni un euro en un mes por lo menos. Y Halloween asustado, este cuento ha terminado.

Recuerdos de una mañana de Navidad

Los ángeles tenían cosas más importantes que hacer con su tiempo que observar si yo era un niño bueno o malo. Aun con mi limitada sabiduría de una niño de 8 años, había decidido que, en el mejor de los casos, el Ángel sólo podía vigilar a dos o tres muchachos a la vez... y ¿por qué habría de ser yo uno de éstos?

Las ventajas, ciertamente, estaban a mi favor. Y, sin embargo, mamá, que sabía todo, me había repetido una y otra vez que el Ángel de la Navidad sabía, veía y evaluaba todas nuestras acciones y que no podíamos compararlo con cualquier cosa que pudiéramos entender nosotros, los ignorantes seres humanos. De todos modos, no estaba muy seguro de creer en el Ángel de la Navidad.

Todos mis amigos del barrio me dijeron que Santa Claus era el que llegaba la víspera de la Navidad y que nunca supieron de un ángel que llevara regalos. Mamá vivió en América durante muchos años y bendecía a su nueva tierra como su hogar permanente, pero siempre fue tan italiana como la polenta y, para ella, siempre sería un ángel.

"¿Quién es este Santa Claus?", solía decir. "Y, ¿qué tiene que ver con la Navidad?".Además, debo reconocer que nuestro ángel italiano me impresionaba mucho. Santa Claus siempre era más generoso e imaginativo. Les llevaba a mis amigos bicicletas, rompecabezas, bastones de caramelo y guantes de béisbol. Los ángeles italianos siempre llevaban manzanas, naranjas, nueces surtidas, pasas un pequeño pastel y unos pequeños dulces redondos de ‘orosuz’ que llamábamos bottone di prete (botones de sacerdote) porque se parecían a los botones que veíamos en la sotana del padrecito.

Además, el Ángel siempre ponía en nuestras medias algunas castañas importadas, tan duras como las piedras. Debo admitir que nunca supe qué hacer con las castañas.Finalmente se las dábamos a mamá para que las hirviera hasta que se sometieran y luego las pelábamos y las comíamos de postre después de la cena de Navidad. Parecía un regalo poco apropiado para un niño de seis o siete años.

A menudo pensé que el Ángel de la Navidad no era muy inteligente.Cuando cuestioné a mamá acerca de esto, ella solía contestar que no me correspondía a mí, "que todavía era un muchachito imberbe", poner en tela de juicio a un ángel, especialmente al Ángel de la Navidad.En esta época navideña en particular, mi comportamiento de un siete años era todo menos ejemplar. Mis hermanos y hermanas, todos mayores que yo, por lo visto nunca causaban problemas. En cambio yo siempre estaba en medio de todos los problemas. A la hora de la comida aborrecía todo. Me obligaban a probar un poco di tutto (de todo) y cada comida se convertía en un reto... Felice, como me llamaba la familia, contra el mundo de los adultos.

Yo era el que nunca me acordaba de cerrar la puerta del gallinero, el que prefería leer a sacar la basura y el que, sobre todo, reclamaba todo lo que mamá y papá hacían, sentían u ordenaban. En pocas palabras, era un niño malcriado.Cuando menos un mes antes de la Navidad, mamá me advertía: "Te estás portando muy mal, Felice. Los ángeles de la Navidad no llevan regalo a los niños malcriados. Les llevan un palo de durazno para pegarte en las piernas. De modo que – me amenazaba – más vale que cambies tu comportamiento. Yo no puedo portarme bien por ti. Sólo tu puedes optar por ser un buen niño"."¿Qué me importa? – contestaba yo - . De todos modos el ángel nunca me trae lo que quiero. "Y durante las siguientes semanas hacía muy poco para ‘mejorar mi comportamiento’.

Como sucede en la mayoría de los hogares, la Nochebuena era mágica. A pesar de que éramos muy pobres, siempre teníamos comida especial para la cena. Después de cenar nos sentábamos alrededor de la vieja estufa de leña que era el centro de nuestras vidas durante los largos meses de invierno y platicábamos y reíamos y escuchábamos cuentos. Pasábamos mucho tiempo planeando la fiesta del día siguiente, para la cual nos habíamos estado preparando toda la semana. Como éramos una familia católica, todos íbamos a confesarnos y después nos dedicábamos a decorar el árbol. La noche terminaba con una pequeña copa del maravilloso zabaglione de mamá. ¡No importaba que tuviera un poco de vino; la Navidad sólo llegaba una vez al año!.

Estoy seguro de que sucede con todos los niños, pero no era casi imposible dormir en la Nochebuena. Mi mente divagaba. No pensaba en las golosinas, sino que me preocupaba seriamente la posibilidad de que el ángel de la Navidad no llegara a mi casa o que se le acabaran los regalos. Me emocionaba mucho la posibilidad de que Santa Claus olvidara que éramos italianos y de cualquier modo nos visitara sin darse cuenta de que el Ángel ya me había visitado. ¡Así recibiría el doble de todo!¿Por qué sucede que en la mañana de Navidad, por poco que se duerma la noche anterior, nunca resulta difícil despertar y levantarnos?

Así ocurrió esa mañana en particular. Fue cuestión de minutos, después de escuchar los primeros movimientos, para que todos nos levantáramos y saliéramos disparados hacia la cocina y el tendedero donde estaban colgadas nuestras medias y debajo de éstas se encontraban nuestros brillantes zapatos recién lustrados.Todo estaba tal como lo habíamos dejado la noche anterior. Excepto que las medias y los zapatos estaban llenos hasta el tope con los generosos regalos del Ángel de la Navidad... es decir, todos excepto los míos. Mis zapatos, muy brillantes, estaban vacíos.

Mis medias colgaban sueltas en el tendedero y también estaban vacías, pero de una de ellas salía una larga rama seca de durazno.Alcancé a ver las miradas de horror en los rostros de mi hermano y mis hermanas. Todos nos detuvimos paralizados. Todos los ojos se dirigieron hacia mamá y papá y luego regresaron a mí.

- Ah, lo sabía – dijo mamá -. Al Ángel de la Navidad no se le va nada. El Ángel sólo nos deja lo que merecemos.

Mis ojos se llenaron de lágrimas. Mis hermanas trataron de abrazarme para consolarme, pero las rechacé con furia.

- Ni quería esos regalos tan tontos – exclamé -. Odio a ese estúpido Ángel. Ya no hay ningún Ángel de la Navidad.

Me dejé caer en los brazos de mamá. Ella era una mujer voluminosa y su regazo me había salvado de la desesperación y de la soledad en muchas ocasiones. Noté que ella también lloraba mientras me consolaba. También papá. Los sollozos de mis hermanas y los lloriqueos de mi hermano llenaron el silencio de la mañana.

Después de un rato, mi madre dijo, como si estuviera hablando con ella misma:- Felice no es malo. Sólo se porta mal de vez en cuando. El Ángel de la Navidad lo sabe. Felice sería un niño bueno si hubiera querido, pero este año prefirió ser malo. No le quedó alternativa al Ángel. Tal vez el próximo año decida portarse mejor. Pero, por el momento, todos debemos ser felices de nuevo.

De inmediato todos vaciaron el contenido de sus zapatos y medias en mi regazo.- Ten – me dijeron -, toma esto.En poco tiempo otra vez la casa estaba llena de alegría, sonrisas y conversación. Recibí más de lo que cabía en mis zapatos y medias.

Mamá y papá habían ido a misa temprano, como de costumbre. Juntaron las castañas y empezaron a hervirlas durante muchas horas en una maravillosa agua llena de especias y había otra olla hirviendo entre las salsa. Los más delicados olores surgieron del horno como mágicas pociones.

Todo estaba preparado para nuestra milagrosa cena de Navidad.Nos alistamos para ir a la iglesia. Como era su costumbre, mamá nos revisó, uno por uno; ajustaba un cuello aquí, jalaba el cabello por allá, una caricia suave para cada uno... Yo fui el último. Mamá fijó sus enormes ojos castaños en los míos.

- Felice – me dijo -, ¿entiendes por qué el Ángel de la Navidad no pudo dejarte regalos?- Sí – respondí.- El Ángel nos recuerda que siempre tendremos lo que merecemos. No podemos evadirlo. Algunas veces resulta difícil entenderlo y nos duele y lloramos. Pero nos enseña lo que está bien hecho y lo que está mal y, así, cada año seremos mejores.

No estoy muy seguro de haber entendido en aquellos momentos lo que mamá quiso decirme. Sólo estaba seguro de que yo era amado; que me habían perdonado por cualquier cosa que hubiese hecho y que siempre me darían otra oportunidad.

Jamás he olvidado aquella Navidad tan lejana. Desde entonces, la vida no siempre ha sido justa ni tampoco me ha ofrecido lo que creí merecer, ni se me ha recompensado por portarme bien. A lo largo de los años he llegado a comprender que he sido egoísta, malcriado, imprudente y quizá, en ocasiones, hasta cruel... pero nunca olvidé que cuando hay perdón, cuando las cosas se comparten, cuando se da otra oportunidad y amor sin límite, el Ángel de la Navidad siempre está presente y siempre es Navidad

La letra pequeña

Todo seguía según lo previsto en la víspera de Halloween. Inexplicablemente, había sido elegida por la dudosa fortuna para organizar la fiesta otro año más. Y la calificaba de tal modo porque sospechaba de mis tres íntimas amigas de toda la vida. Cuatro veces seguidas eran demasiadas. No es que me importara demasiado prepararlo todo, pero sentía que se burlaban de mí a mis espaldas.

En esta ocasión, sería María la que pasaría una noche terroríficamente divertida.Las farolas no se demoraron en Pamplona. En la calle, los más pequeños, disfrazados de seres de pesadilla, disfrutaban con gran júbilo de la mágica noche de los difuntos. Iban de puerta en puerta con el tradicional “Truco o Trato” llenándose los enormes bolsones de caramelos, pastas y chocolatinas. En las viviendas, las habitaciones estaban decoradas con precisión para crear ambiente, donde no faltaba la parafernalia habitual encumbrada por las tarántulas colgantes del techo, las brujas estampadas en las paredes y las inquietantes calabazas incandescentes de tétrica estampa.

Mi madre y mi hermano habían salido con la vecina Clara y no volverían hasta entrada la madrugada, por lo que nada ni nadie podría estropear mi broma sublimemente perpetrada.Por fin llegaron las once en punto. El timbre, manipulado para tan especial momento, sonó como si fuese un lobo aullando a la luna enlutada que honraba con su presencia. Me cercioré de que todo estaba dispuesto y abrí la puerta.

Delante de mí, María, vestida de espantapájaros, azotaba a Elena y a su hermano Josefina con un ramal de paja, mientras éstas, de vampiresas, rechazaban sus vaivenes con la mano y le despojaban de su otro brazo prefabricado. Después de pedirles que terminaran con sus jueguecitos de críos, eché la llave y pasamos al salón de bienvenida.

Fue entonces cuando comencé a experimentar una sensación de cierta maldad en mí difícil de describir. Sus rostros, risueños y despreocupados, se tornaron serios y rígidos al verse sumergidos en una oscuridad espesa, débilmente atenuada con una docena de velas dispuestas en círculo sobre el mesón de caoba. Se miraron las unas a las otras como si no entendieran qué demonios significaba aquello, y Josefina, que solía ser la voz cantante del grupo, balbuceó:

–Da… Daniela, esto da miedo de verdad, amiga, te has lucido con la presentación, pero no se ve bien con poca luz, será mejor que…
–¿Estoy oyendo bien? –le interrumpí–. Un espantapájaros… ¿espantado? Descuida. La luz es la adecuada para esta magnífica velada.
-Pero, Naiara¿no vamos a salir de casa en casa como siempre o…?
–Que no, Elena, esta vez nos divertiremos con un juego… especial. El que quiera marcharse ya sabe donde está la salida. Una vez iniciada la sesión no es recomendable dejarla a medias –fingí enfadarme mientras negaba con el dedo índice.

Alejándome de las tres pobres asustadas, subí las escaleras y entré en mi dormitorio. Me encaminé al armario y busqué entre la multitud de libros el juego mesa durante unos instantes. Ya en mis manos, regresé al salón mientras las chicas observaban absortas el programa : "Entrevista con el vampiro del castillo embrujado". Entonces, aguándoles los minutos de relajación que se habían permitido, apagué el televisor y reclamé su atención entonando una carcajada malévola:-"Ouija".

El juego conocido por todos donde un grupo de personas procura comunicarse con el más allá. El funcionamiento es claro: alentar la aparición de entidades espirituales por medio de preguntas concretas. Como reglas a tener en cuenta, dos: nunca se debe provocar a la entidad ni abandonar si el espíritu en cuestión no lo considera oportuno.Los semblantes incrédulos de mis amigas no lograron articular gesto. Atenazadas, tal vez, por la influencia imperceptible del tablero místico invocador, se encontraban todas en una pose demoledora, con piernas y brazos entrecruzados sin pestañear lo más mínimo, atentos a cada uno de mis movimientos mientras preparaba la escena.

Situé la tabla en el centro del mesón, rodeada de las doces velas, y me senté en el sillón de terciopelo individual con reposabrazos para zurdos. Acto seguido, primero Josefina y justo después Elena y Daniela simultáneamente, se arrimaron para alcanzar a ver mejor.

–Comencemos. Necesitamos concentrarnos para evocar espíritus. Para ello, nos cogeremos de las manos, cerraremos los ojos e intentaremos dejar la mente en blanco.

Tras considerar que la primera fase de sugestión a la que estaba sometiéndoles era suficiente, proseguí:
–Bien. Ahora, coloraremos nuestros dedos sobre el indicador e iniciaremos el contacto.

El tablero era clásico. Las letras, divididas en dos grupos arqueados, estaban custodiadas desde las esquinas por seres y astros antropomorfos. Tampoco faltaba la numeración del uno al nueve y el “goodbye”.

Una de las velas se consumió por completo esculpiendo en sus cenizas una sugerente figura. Miré alternativamente a cada una y luego me cercioré de si estaban preparados. Tras esto, decidí dar comienzo la sesión:
–¿Hay alguien ahí? ¡Habla para que podamos escuchar! –exclamé con vehemencia para imprimir más veracidad silencio sepulcral.

Tanto era así que las palabras aún resonaban en mis tímpanos. Las llamas vibraron y Josefina soltó un chillido nervioso que asustó a las hermanas, ambas cariacontecidas.

El ambiente, cargado de una tensión casi palpable, resultaba asfixiante por la respiración contenida de las tres, pendientes de que la tablilla indicadora reaccionase. Aprovechando el estado de ensoñación en que estábamos inmersos, con movimiento sutil y calmado, desplacé a la testigo hasta la consiguiente respuesta: “S – I”Elena se llevó la mano a la boca y las otras dos parecieron tragar saliva, con los brazos tiesos sin despegarlos de la tablilla.

Mi leve sonrisa, que después recompuse por un gesto más acorde, mostraba la felicidad que seguro habían sentido ellos cuando hacían trampa en el sorteo de nombres, pero la mía era maquiavélica. Tal vez había descubierto un hobby; tal vez me gustaba infundir temor. Luchando por no revelar esa emoción cada vez más dominante, continué con la farsa:

–¿Eres un mensajero de Dios? ¿Un mensajero del Diablo?Con una desatada rapidez sorprendiéndome a mí misma, moví con habilidad hasta formar las palabras de ultratumba. El sonido al rasgar la madera macilenta era tan auténtico que me erizó el poco vello viviente en mi cara.

“S - O - Y - U - N - E - S - P - I - R - I - T - U - E - R - R - A - N - T – E”–¿Eres bondadoso? –inquirió Josefina de improviso de un salto, antes de que pudiera seguir con mi guión preestablecido.

En ese preciso momento, decidí avivar aún más la llama del miedo. Apesadumbrados por una oscuridad impregnada hasta los huesos, era la hora de los efectos paranormales. Actuando con la presteza del buen mago, accioné un botón bajo la mesa que removió la misma. El repiqueteo del testigo indicador sobre la ouija hizo que Josefina y Elena quitaran de inmediato sus dedos y separaran la mano de Daniela, que todavía mantenía posada a merced de una profunda sugestión. Aquello me excitaba. Me sentía poderosa y todavía quería más. Por primera vez en mucho tiempo, no sentía remordimientos con ejercer de siervo del mal.

La broma, la gran broma, estaba resultando tremendamente satisfactoria. Pero aún quedaba la traca final. La guinda estaba aún por llegar.
“N - U - N - C – A”

Enderecé las velas caídas e intenté calmar a las chicas, que dando palos de ciego, buscaban el interruptor como si fuese lo último en vida. Les dije que no podían abandonar, pero ellas hicieron caso omiso de mis advertencias.
–¡Vayámonos de aquí, es un espíritu maligno, es un demonio! –gritó Josefina desencajado y casi sin voz–Dani… Daniela, ¿dónde estás? ¡¿Dónde estás, Elena?! ¡Por Dios, dime algo…!

Aprovechando el desconcierto reinante e imposible de detener, aproveché para dar el toque maestro, a pesar de que me hubiera gustado alargar más el juego:
–Espíritu… ¡manifiéstate, manifiéstate!El chasquido seco del pomo de la puerta de entrada paralizó el caos.

Un chirrido infinito arañó la estancia, enmudeciéndonos. Bajo el dintel, la efímera silueta de una mujer apareció. Miraba con ojos tiernos a la nada; feliz, inocua. Probablemente, era lo más hermoso que había visto en mi vida. Josefina, Elena y Daniela permanecían estáticas, casi catatónicas. Sin lugar a dudas, la aparición estelar a cargo de la tienda de bromas Halloween’s Jokes estaba siendo ejecutada con maestría. Los rostros pétreos de mis amigas bien valían una foto para recordarles sus trampas. Corrí al dormitorio y saqué del segundo cajón del escritorio la cámara instantánea. Una vez comprobado el carrete, salí disparada directa a por la captura que serviría como seguro por si querían devolvérmela en un futuro. Cuando llegué no había nadie. Ni rastro del actor ni de los chicas. En ese momento maldije mi tardanza.

A la mañana siguiente, de camino al Instituto, recibí la llamada de Elena. Su voz sonaba lejana. Intenté pegar el oído al auricular pero resultó en vano. Miré la batería y observé que estaba completa. Seguí intentando, aunque no hubo manera de conseguir discernir algo claro, así que no tuve más remedio que desistir. Giré por la calle Monte Monjardín y luego atravesé el parque . Los barrenderos se empleaban a fondo para recoger toda la basura de la noche.Miré la hora. Iba bien de tiempo y decidí pasarme por la tienda para felicitar su gran labor; desde luego, se habían portado con la puesta en escena y el tablero trucado.

Al doblar la esquina, me extrañé al ver que la tienda, a estas horas, aún estaba cerrada. Poco después un mensaje llegaría al móvil. Lo leí incrédula y sin entender qué demonios significaba:

Gracias por prestar su servicio a Halloween’s Jokes. Las almas de sus víctimas pasarán reconocimiento antes de formar parte de la plantilla de entidades evocadas a través del tablero ouija, tal como usted, la firmante, estableció tras firmar el contrato. Sinceramente, Amaia Jimenez, directora de Halloween’s Jokes .

Aún alucinada con aquello, saqué de la cartera la copia del contrato. Leí rápidamente de arriba abajo, incluida la letra pequeña. Aquello debía tratarse de una broma. Otra de las bromas genuinas de la tienda. No podía haber vendido las almas de mis tres amigas por no leer… la letra pequeña.

Una noche de Halloween

En un pueblo de Francia en la noche de Halloween había un niño que se llamaba Sike
y se quedó en casa para dar caramelos.

Llamaron a la puerta, él abrió, lo que no sabía era lo que le iba a pasar después.
Un señor mayor con un cuchillo,preguntó:

- ¿hay alguien en casa?

El chico se asustó y el señor al verle la cara de asustado dedujo que no había nadie en casa e intentó matarlo. El niño se escondió en un armario, el señor cortó la luz para que no pudiera llamar a la policia.

E
l chico se intentó escapar por la ventana, pero al caer se partió las piernas y unos chicos llamaron a la ambulancia y se lo llevaron al hospital y lo tuvieron que operar, pero el cirujano era el señor , lo mató y vendió sus organos.

jueves, 12 de noviembre de 2009

La verdad de la Navidad y el saco de ilusiones.

Las cuatro de la mañana en punto. El sueño estaba entrando por el más mínimo poro de mi piel, y penetraba lentamente hasta cerrar del todo mis párpados; resultado de la noche anterior a la que había acudido toda mi familia y algunos amigos.

Todavía me acuerdo de la noche en que estaba tirada en el sofá, medio dormida y con una manta bien calentita encima. Si mis padres lo supieran...Pero en ese momento estaban profundamente dormidos en su cama adornada con objetos de Navidad, como toda la casa. A mi me gustaba porque daba una ambiente cálido a mi hogar.

Pero, no os he contado la razón de mi presencia en el salón a esas horas de la mañana. Sólo tenía seis años, así que no me echéis la culpa.

Bien, pues todo empezó el jueves del mes pasado. Mi amiga Valeria y yo hablábamos sobre los juguetes que nos iba a traer Papá Noel o Santa Claus, como lo queráis llamar.

-Yo le voy a pedir la nueva Barbie que ha salido, es la mejor.- Valeria me enseñó ilusionada el catálogo.

-Pues yo... no lo sé -dije yo-Estaba pensando en la muñeca que habla, es interactiva.

En ese momento pasó por allí una niña de quinto, y se puso a escuchar nuestra conversación y a intervenir en ella:

-Chiquilladas, eso de "Papá Noel" NO EXISTE -explicó la niña. -Son los padres los encargados de eso, es una tontería.

Mi amiga y yo nos quedamos heladas y ni cuando sonó el timbre nos movimos. Sólo me despertó la idea de que teníamos matemáticas y que nuestra profesora superestricta se iba a enfadar que no veas. La profesora tenía pinta de ser del grupo del ejército, siempre llevaba ropa ajustada; con el entrecejo fruncido, junto con sus ojos pequeñitos, daba la sensación de que siempre estaba enfadada y llevando siempre una regla en la mano, todos huíamos de ella. Me llamó varias veces la atención, pero en su clase no estuve atenta a ninguna explicación de ella, ni de nigún otro de las asignaturas siguientes; sólo pensaba en lo que me había dicho aquella niña de quinto. Me prometí a mi misma que se lo preguntaría a mis padres nada más llegar a casa y me sacarían de la gran duda.

Todo el recorrido que hacía lo pasé pensando en mi pregunta y no me dí cuenta del paisaje desolador que tenía a mi alrededor y que solía pararme a pensar.Todo estaba lleno de fábricas y de humo, coches y personas con prisa que no tenían tiempo ni de mirarte. Pero en ese instante no me daba cuenta de lo que pasaba en mi entorno y estaba absorta en mis pensamientos. Habia llegado a casa.

-Papá, mamá una niña del cole me ha dicho una cosa que es mentira ¿verdad?-pregunté yo.

-¿Qué pasa cariño?-me cuestionaron mis padres.

-¿Santa Claus existe?-les pregunté.

Yo les conté mi dilema, y me contaron unas cuantas cosas que puse en duda. Sobre todo porque no puede haber en una conversación tres 'hum', un ¿eh?, y dos ¿como?. Por eso decidí esa noche que vería a Papá Noel en persona.

Tras la gran fiesta, allí estaba, como contaba al principio, tirada en el sofá medio dormida. Estaba pensando en cómo entraría a mi casa, pues no teníamos chimenea, la puerta estaba cerrada con llave y el balcón estaba en la habitación de mis padres; así que no creo que puediera entrar por ninguna parte. Mis dudas parecía que se estaban haciendo realidad, porque no aparecía por ninguna parte y me estaba empezando a impacientar bastante. Yo estaba a punto de caer rendida ante el sueño inoportuno para mí.

Cuando ya mis ojos no aguantaron más, escuché un ruido. No supe nunca de donde provenía, pero lo que ví después me confortó. Un señor mayor bastante regordete me miraba con unos ojos extraños. Caminó hacia mí, y al caminar, se le cambiaban los ojos de color: Verde, gris,azules...Me encataban.

Tenía una sonrisa aún mas extraña, porque era una sonrisilla pícara y que encajaba con su bonita cara bonachona; En la que colgaba una larga barba blanca y tenía una nariz muy pequeñita en la que unas claras pecas le alegraban su faz.

-¿No deberías estar ya dormida, pequeña?-me dijo aquel hombre.
¡Era él! Ahora sí que ya estaba segura. No podía ser otra persona.
-Co,co...¿cómo has entrado?-Pregunté insegura.-Todo estaba cerrado y no creo que tengas ninguna llave de mi casa.
-Por la puerta de tu corazón-me explicó.
-¿Cómo?¿Qué?-estaba confundida.-Muchas amigas mías me han dicho que no existes, pero ahora sé que no es verdad.
-Tú has creido en mí, por eso me has visto; ellas no creen en mí, por eso no me verán nunca, y serán sus padres los que tengan que suplir mi labor.

En esos momentos me di cuenta del gran saco que, en toda su estancia no había soltado. Suponía que ese era el gran saco de juguetes que todos sabían que llevaba.

-¡Me lo dejas ver, por favor!-supliqué yo.
-Todavía no está hecho-respondió él .
-¿Cómo que no está hecho?¿me lo dejas ver?-dije de nuevo.
-Está bien-accedió.

Abrió el saco y no esperaba encontrar nada de lo que ví. Solo encontré brazos desrmados, trozos de pieles ... En fin juguetes que todavía no estaban bien hechos. Yo no entendía nada.

-¿Que es esto?-pregunté.
-Todo esto son las ilusiones de los niños y niñas que creen en mí. Papá Noel.

Y desapareció, dejando detrás de si los juguetes que yo había pedido, y nieve blanca en las calles del barrio donde yo vivía, y en las calles de mi corazón.

RUANDRE

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Halloween y los niños que querían saber demasiado

Un día como hoy hace muchísimos años en una ciudad americana vivían dos hermanos muy inteligentes y perfectos a los que todo el mundo les admiraba por su sabiduría. Lo malo de estos niños era que lo querían saber todo y eso les podía traer problemas.

Era sábado, ocho de la mañana y David y Pablo, los dos hermanos, se despertaron muy ilusionados ya que esa noche era Halloween, incluso, despertaron a su padres antes de tiempo.
Desayunaron, se vistieron rápidamente, y sobre las nueve y media fueron a buscar a sus amigos para organizarlo todo para la noche.

Al encontrarse con sus amigos se pusieron manos a la obra, pusieron adornos por las calles, preperaron sus propios disfraces, compraron cestas para pedir caramelos... Todo estaba quedando perfecto.

Más tarde se fueron a comer, Pablo le pregunto a su hermano David:

-¿Cómo será el demonio?
-No lo sé.- respondió- A mi que me cuentas, igual ni existe.
-¡Sí existe!, y quiero saber como es.-Exclamó David.
-Mira hermanito, haz lo que quieras, esta noche es la más apropiada para invocar espíritus.
-Vale, sin problema esta noche lo invocaré.

Después de comer, a las cuatro y media de la tarde, salieron un rato a jugar a la calle y más tarde se prepararon para la gran noche.Todo estaba listo y se fueron a buscar a sus amigos.¡Que risas! todos estaban geniales con los disfraces.

Estuvieron varias horas pidiendo dulces por las casas.
Recogieron tantas, que no pudieron comerselas todas y guardaron el resto para el día siguiente.
Al llegar a casa pablo se acordó :

-Si tengo que invocar al demonio.

Y así fue, invocó a Satanás él solo en su habitación.

Dice la leyenda que fué tan horrible lo que vió que se tuvo que arrancar los ojos ya que no soportó lo que vió con ellos, además Pablo vaga por las calles quitando y buscando los ojos que le mismo se arrancó.

lunes, 9 de noviembre de 2009

¿Qué muro has derribado en tu vida?


Hoy día 9 de Noviembre se celebra en Berlín que hace 20 años, dos décadas, que se derribó uno de los muros más vergonzosos que se mantenían en el siglo XX en el mundo.
Ese muro representaba la separación de dos mundos, uno el occidental, el de los vencedores de la Segunda Guerra Mundial como Estados Unidos, Gran Bretaña o Francia que defendían el Capitalismo, el mismo que ahora mismo estamos viviendo con una crisis.
El otro mundo, el Comunista, dominado por la extinta URSS ( Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas), que la formaban la actual Rusia y todas las repúblicas bálticas como Ucrania o Estonia, Letonia, etc.
Un muro es por definición de la R.A.E. , con los sinónimos de pared, o tapia, es una obra de albañilería que cierra o limita un espacio. Ese espacio en Berlín cerraba el paso de padres para ver a sus hijos diariamente, separaba hermanos, amigos, y, por supuesto amores.
Yo que he tenido la suerte de visitar esa ciudad europea, ya después de su demolición en 1989, tuve ocasión de hablar con un hombre ya septegenario que nos vio disfrutar de los paisajes de la localidad cercana de Postdam. Estábamos tomando un cerveza Sonia y yo cuando se puso muy amablemente a hablar con nosotros y, claro, el tema del muro y la Guerra Fría- un tema muy interesante para mi- salió. Él nos contó cómo su novia y él fueron separados de la noche a la mañana por una pared, más alta que el balcón de Romeo y Julieta, más difícil de superar que el odio de unas familias; y es que ese fue el problema, el odio entre los vencedores de la Segunda Guerra Mundial y su afán de dominar el mundo.
En este lado del muro, el lado occidental, nos decían, hasta el 9 de Noviembre de 1989, que defendíamos la libertad. Algo que no había en el otro lado del muro de Berlín.
Pero la libertad absoluta es imposible de alcanzar. Siempre hay un muro que nos encontramos de frente. Yo en mis "40 Principales" he tenido bastante muros que saltar y enfrentar; desde los paterno-filiales, que siempre existen, cuando debes aprender a argumentar y evitar que gane el "yo ordeno y mando", hasta los de la amistad, en que el compadreo, el liderazgo y la sumisión también imperan.
El muro que salté un año hace mucho tiempo fue a los 13-14 años cuando mis amigos y yo nos reuníamos en un parque cercano a nuestras casas, ya que eramos del mismo barrio. Un día sentados en un banco, comiendo pipas, como siempre hacíamos, Patxi nos planteó a Jose y a mi que él quería disfrutar más de "la noche". Yo ya sabía a qué se refería, y a mi en parte me atraía, de alguna manera, pero también tenía miedo. Estaba asustado porque era desconocido. Decidimos probar un fin de semana. Nos acercamos a unos bares de la parte más marchosa de la ciudad y me gustó la música, el baile y la compañía de mis amigos ( pero esa ya la tenía antes ).
Lo que no me gustó y todavía no me gusta de los bares es la falta de comunicación que provoca, y es que a mi no me gusta gritar ni a los malos alumnos. Pero lo que me hizo saltar "el muro de la amistad que no me conviene" fue "el ambiente".
Primero me ofrecían tabaco, y dije: ¡bah!! ¡un cigarro...no va a ninguna parte!
¡Qué asco! Pero Patxi me decía que eso les gustaba a las chicas y te hacía parecer mayor. Yo me dejé al principio, pero decidí "saltar el muro". Y tras unos meses y viendo cómo mi amigo quería introducirme en "algo más" ( ya sabeis ), yo decidí saltar y buscar mi libertad , y mi amigo Jose también, a quien ni la música y el baile le gustaban!
Ahora le veo por la calle a Patxi. No terminó los estudios de Formación Profesional, tuvo que ir a una clínica de desintoxicación y no consigue tener un trabajo estable debido a la crisis, ya que le exigen más cualificación ( títulos, cursos, etc ). Por lo menos, sé que está bien porque sus padres le apoyan y le han dejado su piso, pero lo veo y me siento orgulloso de mí mismo, porque tuve el valor de "saltar" un muro muy alto y difícil de saltar: enfrentarse a un amigo, al seguidismo, el hacer lo que hacen los demás porque si no te miran mal y te excluyen.
No lo dudes, salta. Piensa que siempre encontrarás gente como tú y que hay mucha gente en tu ciudad, en tu barrio, como tú y sólo tienes que tener un poco de paciencia y ser tú mismo.

domingo, 8 de noviembre de 2009

El sueño en Halloween

Era el día de Hallowen y nos estábamos preparando el disfraz y todas las cosas para la noche, porque nos íbamos a dormir al colegio.

Cuando eran las ocho de la noche nos fuimos al colegio. Cuando llegamos, se apagaron todas las luces y empezó a sonar un ruido extraño, nosotras pensamos que era una broma de los chicos pero cuando encontramos un interruptor de la luz encendimos las luces y nos dimos cuenta de que no había nadie. Entonces buscamos por todo el colegio a la gente y como no encontramos a nadie pensábamos que nos habíamos equivocado de día, pero por si acaso miramos en nuestra clase que había un calendario.

Después, de mirar vimos que no nos habíamos equivocado de día, entonces dijimos todas a la vez:

-Que raro que no haya nadie-.

Subimos a la parte de arriba del colegio y tocamos una puerta para que abrieran, si había alguien pero no había nadie parecía que los habían secuestrado, cuando ya nos íbamos la puerta que habíamos tocado se abrió sola y se oyó un lamento de alguien como si estuviera muerto y también se estaba riendo de nosotras con una risa malvada.

Nosotras estábamos asustadas, pero entramos en la habitación, buscamos un interruptor pero no había, la habitación era húmeda y muy oscura. Pero nos acordamos que teníamos una cerilla y la encendimos, cuando la encendimos nos dimos un susto de muerte porque vimos que estaban todos allí ¡pero estaban muertos!

Nos fuimos corriendo de la habitación y salimos a la puerta por donde se entra al colegio.
Estábamos tan asustadas que gritamos, nos dirigimos al patio cubierto y cuando llegamos nos esperaban toda la gente que habíamos visto que estaba muerta, nos fuimos corriendo y nos escondimos en el baño, cuando salimos estaba toda la gente esperándonos, pero resulta que no estaba muerta había sido todo un sueño.

La Desaparición

El dia de Halloween o la noche de los muertos y las brujas,todos los preparartivos estaban dispuestos.Los bares estaban decorados,los jardines con sus terroríficas calabazas, y mi casa daba mucho,mucho miedo.

Me iba a disfrazar de bruja,pero decidí disfrazarme de una terrorífica calabaza,que es lo más original de la fiesta.

Quedé con mis amigas a las 5h. de la tarde para hacer "truco ó no trato",porque si no nos daban nada unos cuantos huevos aterrizarían en sus casas.

Sheila iba disfrazada de bruja,Andrea de muñeca de porcelana(a la que le giraba la cabeza),Goizeder de pantera rosa,Paniagua e Izaskun también iban disfrazadas.

Cuando eran aproximadamente las 10:30h. de la noche,teniendo nuestras cestas repletas de caramelos llegamos a la casa más temida del pueblo,llamamos a la puerta y dijimos: "truco ó trato",habia abierto la señora Eustaquia(una mujer uraña y gruñona),que no se relacionaba con nadie,pero estaba desesperada y pedía nuestra ayuda.Nos hizo pasar y nos explicó que su hijo había desaparecido.Nos dijo que se había disfrazado de Frankestein y que se había ido ha pedir caramelos a las 4h. de la tarde.Le prometimos encontrarlo.

Buscamos por todas partes: jardines,parques e incluso quitamos máscaras a niños,para saber si era él.

Conociamos a su hijo del colegio,tenía dos años menos que nosotras.Era muy diferente a su madre:generoso,amable y sonriente.

Al final apareció,en una empinada cuesta de la que le ayudamos a bajar,pues no podía el solo.Lo llevamos a su madre,que no nos dió más que un simple gracias(pues era y es muy uraña).

Nuestro Halloween terminó con nuestra tripa empachada de caramelos.

FIN