Mis citas

Cita de Juan José Millas en El País el 19 de Noviembre de 2009

"Los vocablos no sólo contienen definiciones, también tienen sabor, textura, volumen, que las hay imposibles de tragar, como el aceite de ricino y las que entran sin sentir, como un licor dulce.
Las que curan y las que hacen daño, las que duermen y las que despiertan. Las que proporcionan inquietud y paz. Hay palabras, incluso, que matan".

lunes, 22 de octubre de 2012

El Latín y las declinaciones

Las lenguas flexivas o sintéticas son aquellas lenguas que se caracterizan por una tendencia a incluir mucha información en sufijos o prefijos mediante la flexión de algunas palabras. La flexión se emplea a menudo para diferenciar los casos que acepta la lengua. Esto significa que, en Latín, a una determinada terminación de palabra corresponde un caso. Y los casos se emplean para diferenciar las categorías sintácticas de una oración. Es decir para expresar la información “La chica ama al marinero” en latín podríamos decir “Puella nautam amat”, donde nautam está en caso acusativo, que se emplea normalmente para definir el Objeto Directo. Donde en español usamos la preposición “a”, en latín usamos el acusativo: al marinero=nautam. En español el verbo es flexivo, empleamos diferentes sufijos para expresar el tiempo verbal. Cuando cambiamos los diferentes sufijos de un sustantivo o adjetivo hablamos de Declinación. Cuando lo hacemos con un verbo hablamos de Conjugación. http://www.rtve.es/alacarta/audios/no-es-un-dia-cualquiera/dia-cualquiera-verba-volant/1528131/#aHR0cDovL3d3dy5ydHZlLmVzL2FsYWNhcnRhL2ludGVybm8vY29udGVudHRhYmxlLnNodG1sP3BicT0xMCZtb2RsPVRPQyZsb2NhbGU9ZXMmcGFnZVNpemU9MTUmY3R4PTIwNTQmYWR2U2VhcmNoT3Blbj1mYWxzZQ== En latín hay cinco conjugaciones y cinco declinaciones. Pero tranquilos, que no las voy a explicar todas a la vez, no se trata de enloqueceros, sino de ayudaros. Iremos viendo las declinaciones y las conjugaciones de a poco. La declinación latina tiene seis casos: nominativo, vocativo, acusativo, genitivo, dativo y ablativo. En realidad hay restos de otro caso, llamado locativo, que es un resto del antiguo Indoeuropeo, pero que se usa muy poco. Por ahora olvidaros de él, volveremos más adelante a este caso. Lo que voy a poner a continuación no es exacto, pero nos va a ayudar a empezar a entender los casos, vamos a buscar su utilidad. Diremos que el nominativo “sirve” para señalar los Sujetos y los Atributos, los vocativos para la interpelación a alguien (en Juan, trae esto, Juan sería un vocativo), los genitivos marcan el Complemento del Nombre, los acusativos el Objeto Directo, los dativos el Objeto Indirecto y los Ablativos el Complemento Circunstancial. Repito que esto no es exactamente así, pero es útil empezar viendo los casos de este modo, pues nos ayudará a interpretar las oraciones, ya hablaremos más adelante, mucho más adelante, de gramática más compleja. Además para poder declinar una palabra necesitaremos saber que en Latín hay tres géneros: masculino, femenino y neutro y dos números: singular y plural. Los sustantivos sólo pueden tener un género, pero pueden tener dos números, los adjetivos tienen los tres géneros y los dos números. Esto lo vais a entender mucho mejor en el próximo post, cuando explique la primera declinación. Este esquema es útil que lo tengáis en la cabeza: Nominativo: Nombres, sustantivos, atributos, etc. Vocativo: Interpelación Genitivo: Complemento del Nombre Acusativo: Objeto Directo Dativo: Objeto indirecto Ablativo: Complemento Circunstancial

Kira Miró rapeando la 1ª. y 2ª. declinaciones latinas from estadoimperfecto on Vimeo.

martes, 4 de septiembre de 2012

Citas Latinas: 10 razones tradicionales y 6 inesperadas por las que hay que estudiar latín hoy en día

ESTAS SON RAZONES QUE SE PUBLICRON EN UNA WEB ENCONTRADA EN INTERNET Algunos alumnos me preguntaron cuáles podrían ser las razones para que hoy en día todavía se estudie latín, la lengua de un pueblo ya desaparecido, en lugar de otros conocimientos más prácticos. Los defensores del latín no han carecido tradicionalmente de argumentos. Presento aquí un breve compendio de 10 razones utilizadas normalmente para justificar su estudio y añado otras 6 que creo originales y que ayudaron mucho a convencer a mis alumnos.

Razones tradicionales


1 - El latín es antepasado directo del español y su estudio nos ayuda a acrecentar el dominio y comprensión de nuestra propia lengua.
2 - El dominio de la gramática latina puede contribuir a hacernos más cuidadosos y correctos en el uso del español.

3 - El latín es la base para conocer la etimología de las palabras españolas y, de esta manera, la historia de nuestra lengua.

4 - El estudio del latín es una buena base para el aprendizaje de idiomas extranjeros modernos, especialmente aquellos que también derivan del mismo, como el portugués, el italiano, el francés o, incluso, el inglés.
5 - El latín está, todavía hoy, omnipresente y juega un papel muy importante en el lenguaje culto y académico.
6 - El estudio del latín permite familiarizarse con una cultura antigua que ha contribuido en forma central a la formación de la “cultura occidental”.
7 - El latín es una lengua prestigiosa. A pesar de todas las críticas y ataques que el latín sufrió en este sentido en las últimas décadas, sigue conservando un aura aristocrática que distingue a los que la dominan.
8 - El latín es una herramienta imprescindible para el conocimiento de la historia europea en todos sus períodos.
9 - El dominio del latín es la llave para acceder a una de las literaturas más ricas de la historia universal.
10 - El estudio del latín fomenta el pensamiento lógico.



Razones inesperadas


1 - El estudio del latín es muy divertido.
2 - El dominio del latín es imperativo para los fanáticos de la serie Lost, pues los “otros” hablan latín.
3 - El latín es todavía una lengua viva y podría algún día ser la lengua de internet.
4 - Harry Potter sabe latín.
5 - Conocer latín será muy útil cuando viajar en el tiempo sea posible (para ir al pasado, por supuesto).
6 - Porque es inútil. No contribuye al desarrollo de productores o consumidores para la sociedad globalizada del siglo XXI. Sin embargo, ayuda a formar personas inteligentes y críticas que tienen la capacidad de observar con mayor objetividad el mundo contemporáneo porque se han sumergido en el estudio de uno que es, en cierta forma, muy semejante y, en otra, muy diferente, del nuestro.



miércoles, 29 de febrero de 2012

29 de Febrero 2012, Felicidades bisiestos

También se debe a los romanos en nombre del calendario. Proveniente de la palabra que daba el primer día del mes. Significaba anuncio porque es el día que los sacerdotes anunciaban al pueblo cuando sería el día de nonas, que unos meses eran de 5 y otros 7. La definición de Calendario es el sistema de medida del tiempo para las necesidades de la vida civil, con la división del tiempo en días, meses y años. Las divisiones del calendario se basan en los movimientos de la Tierra y las apariciones regulares del Sol y la Luna. Un día es el tiempo medio necesario para una rotación de la Tierra sobre su eje. La medición de un año se basa en una rotación de la Tierra alrededor del Sol y se llama año estacional, tropical o solar. Un año solar contiene 365 días, 5 h, 48 m, y 45,5 s. Un mes se calculaba inicialmente por los pueblos antiguos como el tiempo entre dos Lunas llenas, o el número de días necesarios para que la Luna circunde la Tierra (29,5 días). Esta medición, llamada mes lunar o sinódico, daba lugar a un año lunar de 354 días, 11‚ días más cortó que un año solar. Sin embargo, en los calendarios modernos el número de días de un mes no está basado en las fases de la Luna. La duración de los meses es aproximadamente una duodécima parte de un año (28 a 31 días) y se ajusta para encajar los 12 meses en un año solar. La semana procedía de la tradición judeocristiana que disponía descansar del trabajo cada siete días. No está basada en fenómenos naturales. Los romanos dieron nombre a los días de la semana en honor del Sol, la Luna y varios planetas. Al principio de los tiempos, los hombres primitivos llevaban a cabo su registro de fechas sobre arcilla, madera o en piedra, tomando en cuenta los fenómenos naturales, pero, finalmente elaboró un calendario en el cual tomaba en cuenta el tiempo solar, que con eso le dio origen a los días, los meses y los años. La humanidad se ha visto en problemas al tratar de registrar el transcurso de los días; nos basamos en tópicos para hablar de "invierno" en el norte, "lluvias" en los trópicos, "días sin fin" en una misma zona durante seis meses sin parar. Pero para ellos el comienzo del año siempre era algo que sucedía inevitablemente, sin tener la menor idea del número exacto de días. Hablamos de estaciones, pero hay tribus que solo tienen dos estaciones, o una estación húmeda y otra seca. Además, hay que contar con el problema de que la mayoría de las poblaciones no sabían contar. De los antiguos calendarios resumiremos diciendo que los antiguos babilonios tenían un calendario lunisolar de 12 meses lunares de 30 días cada uno, y añadían meses extras, cada tercero, sexto, y octavo año, cuando necesitaban mantener el calendario en línea con las estaciones del año. Los antiguos egipcios fueron los primeros en sustituir el calendario lunar por un calendario basado en el año solar. Midieron el año solar como 365 días, divididos en 12 meses de 30 días cada uno, con 5 días extras al final. Hacia el 238 a.C. el rey Tolomeo III ordenó que se añadiera un día extra cada cuatro años, que era por lo tanto similar al moderno año bisiesto. En la antigua Grecia se utilizaba un calendario lunisolar, copiado de los babilonios, con un año de 354 días. Los griegos fueron los primeros en intercalar meses extras en el calendario sobre una base científica, añadiendo meses a intervalos específicos en un ciclo de años solares. El original calendario romano, introducido hacia el siglo VII a.C., tenía 10 meses con 304 días en un año que comenzaba en marzo. Dos meses más, enero y febrero, fueron añadidos posteriormente en el siglo VII a.C., pero como los meses tenían solamente 29 o 30 días de duración, había que intercalar un mes extra aproximadamente cada segundo año. Los días del mes eran designados por el incómodo método de contar hacia atrás a partir de tres fechas: las calendas, o primeros de mes; los idus, o mediados de mes, que caían el día 13 de ciertos meses y el día 15 de otros; y las nonas, o el noveno día antes de los idus. El calendario romano se hizo enormemente confuso cuando los funcionarios que tenían encomendada la adición de días y meses abusaron de su autoridad para prolongar sus cargos o para adelantar o retrasar elecciones. Al principio, todos los meses pares tenían 30 días excepto febrero, en los años bisiestos, y los impares 31, cosa fácil de recordar. Pero al exigir Augusto que el octavo mes del año llevará su nombre quizá también que tuviera 31 días. Su infantil vanidad no pudo soportar el mes de Julio Cesar, julio tuviera 31 días y el suyo solo 30. ¡De ese modo el ilustre emperador se sintió feliz!Y le quitó un día a Febrero. El resto de los meses recibió su nombre de las palabras que significaban en latín séptimo, octavo, noveno décimo. Que eran las designaciones de los cuatro meses del año sólo que al principio tenía diez meses. En los primeros tiempos, el año romano, se iniciaba en la primavera, que parece ser la época natural, más tarde el comienzo de fijo el primero de enero porque entonces cuando los cónsules asumían su cargo en Roma. EL CALENDARIO JULIANO En el año 45 a.C. Cayo Julio César, un año antes de morir asesinado, siguiendo el consejo del astrónomo griego Sosígenes (siglo I a.C.), decidió utilizar un calendario estrictamente solar. Este calendario, conocido como calendario juliano, fijó el año normal en 365 días, y el año bisiesto, cada cuatro años, en 366 días. El calendario juliano también estableció el orden de los meses y los días de la semana tal como figuran en los calendarios actuales. En el 44 a.C. Julio César cambió el nombre del mes Quintilis a Julius (julio), por él mismo. El mes Sextilis recibió el nuevo nombre de Augustus (agosto) en honor de Augusto, que sucedió a Julio César. Algunos expertos mantienen que Augusto estableció la duración de los meses que utilizamos actualmente. El calendario juliano se basa en el egipcio de 365 días. Cada cuatro años intercala un día, y el año se divide en 12 meses de desigual duración, ya que 365 no es divisible entre 12 meses. EL CALENDARIO GREGORIANO El año juliano era 11 minutos y 14 segundos más largo que el año solar. Esta diferencia se acumuló hasta que hacia 1582 el equinoccio de primavera se produjo 10 días antes y las fiestas de la iglesia no tenían lugar en las estaciones apropiadas. Para conseguir que el equinoccio de primavera se produjera hacia el 21 de marzo, como ocurrió en el 325 d.C., año del primer Concilio de Nicea, el papa Gregorio XIII promulgó un decreto eliminando 10 días del calendario. Para prevenir nuevos desplazamientos instituyó un calendario, conocido como calendario gregoriano, que estipulaba que los años centenarios divisibles por 400 debían ser años bisiestos y que todos los demás años centenarios debían ser años normales. Por ejemplo, 1600 fue un año bisiesto, pero 1700 y 1800 no lo fueron. El calendario gregoriano recibe también el nombre de cristiano, porque emplea el nacimiento de Cristo como punto de partida. Las fechas de la era cristiana son designadas a menudo con las abreviaturas d.C. (después de Cristo) y a.C. (antes de Cristo) El calendario gregoriano se fue adoptando lentamente en toda Europa. Hoy está vigente en casi todo el mundo occidental y en partes de Asia. La Unión Soviética adoptó el calendario gregoriano en 1918, y Grecia lo adoptó en 1923 por motivos administrativos, aunque muchos países de religión cristiana oriental conservaron el calendario juliano para la celebración de las fiestas de la iglesia. Aunque el nacimiento de Cristo fue originalmente fijado el 25 de diciembre del año 1 a.C., los investigadores modernos lo sitúan ahora hacia el cuarto año de nuestra era. Puesto que el calendario gregoriano todavía supone meses de distinta duración, haciendo que fechas y días de la semana cambien con el tiempo, se han hecho numerosas propuestas para un calendario reformado más práctico. Estas propuestas incluyen un calendario fijo de 13 meses iguales y un calendario universal de cuatro periodos trimestrales idénticos. Hasta ahora no se ha adoptado ninguno. El calendario se adelanta un poco al sol cada año van a 26 segundos, lo cual equivale a un día cada 3323 años. El calendario mundial mantiene los tradicionales doce meses, divididos en cuatro partes iguales llamado también trimestre, de 91 días con 13 semanas cada uno. El octavo mes de este calendario consta de 30 días cada uno, mientras que enero, abril, julio de octubre son meses de treinta y un días, que siempre empiezan en domingo. El día mundial es el que conocemos como el último día del año y el día del año bisiesto se coloca entre el sábado, 30 de junio, y el domingo, 1º de julio. Ahora se sabe que los cronólogos explicaron en años del nacimiento de Cristo o año uno de la era cristiana, sufrieron una error de cuatro años por lo que el año 1963 debería ser realmente 1967; pero nunca se a cambiado para rectificar el error. Mucha gente sigue contando desde alguna otra fecha importante. Los musulmanes han elegido para iniciar su hégira, el año 622, año de la peregrinación de su profeta de la Meca a Medina; los judíos cuentan su era desde el año 3760 antes del nacimiento de Cristo; durante mucho tiempo, creyeron que ese año era el de la creación del mundo. Pero ahora se sabe que los de egipcios vivían en el valle del Nilo mucho antes del año 1 de los hebreos. A pesar de su exactitud con respecto al movimiento de los astros, el calendario gregoriano presenta serios inconvenientes en la práctica principalmente porque nunca indican los días de la semana con los del mes. Los calendarios lunares: El año consta de 12 meses o lunas alternativamente de 30 y 29 días, o sea 354 días. La diferencia de 11,25 días con el año solar hace que los meses viajan rápidamente a través de las estaciones. La duración promedia de la luna es de 29 días 12 horas 44 minutos y 2,8 segundos. Los calendarios solares: Están basados sobre la duración del año trópico, o sea el intevalo de tiempo entre dos equinoccios de primavera, o sea 365,2422 días. 365,2425 = 365 + 1 4 – 1 100 + 1 400 Eso significa que se agrega un día cada cuatro años (los años bisiestos), que se retira un día a todos los años seculares que deberían ser bisiestos (po ejemplo, 1900 no fue bisiesto y tuvo 365 días, a pesar de ser múltiple de 4). Y todos los años seculares múltiples de 400 son bisiestos (400, 800, 1200, 1600, 2000, 2400...) El año gregoriano tiene una duración superior al año trópico de 0,0003 días, o sea unos 3 días cada 10.000 años. COMO SE DIO EL NOMBRE A LOS MESES Del calendario romano se tomaron los hombres de los meses actuales. Enero: El primero fue llamado en memoria Janos, un dios que tenía dos caras, una delante y otra atrás y que, por lo tanto, custodiaba las puertas, ya que podía vigilar los lugares a la vez. Primer mes del año tiene 31 días, la creación romana de enero. Febrero: fiesta dedicada en honor a Februa, en donde se celebraba la purificación. Segundo mes del año, que en los comunes tiene 28 días y en los bisiestos 29. Marzo: quien recibió su nombre en honor del Marte, el Dios de la guerra. Tercer mes del año, tiene 31 días. Era el primer mes del antiguo calendario romano. Abril: Aprilis, Dios wue dio nombre al cuarto mes del año, primera juventud, figura cosa rara por su gentileza o color. Mayo: Maia, era una diosa por la cual bautizaron lo romanos a su quinto mes. Quinto mes del año tiene 31 días era el tercero del calendario romano "majus", dedicado a la Diosa maya. Junio: Juno, la esposa del rey de los dioses, Júpiter, dio su nombre a junio ocupa el sexto mes del año. Julio: se llamó en homenaje al propio Julio César, y está situado en el séptimo lugar en el calendario. Agosto: octavo mes del año y llamado así en honor de Octavio Augusto. Septiembre: nombre que se le dio por el significado griego de la palabra séptimo. Octubre: al igual que el mes anterior su nombre se dio por el significado en griego de la palabra octavo, situado en ese lugar en el calendario. Noviembre: así se dio el nombre por ser el noveno mes del año. Diciembre: así se le llamó por ser el décimo mes designado porque al principio el calendario romano tenía sólo diez meses. QUE ES UN DÍA "Tiempo que tarda la Tierra en dar una vuelta alrededor del Sol, estructurado por 24 horas, 1440 minutos y 86,400 segundos " COMO SE DIERON NOMBRES A LOS DÍAS Pero si la semana no tiene nada que ver con el sol, tampoco tienen la menor relación la luna, ya que un mes lunar dura veintinueve días y medio y no 28. La semana sólo son un producto de la mente humana por eso ciertas tribus tienen semana de tres días, otras de 4, de 5 de 6, y aún algunas suelen llegar a 10 muchos pueblos orientales, entre ellos los hebreos, tenían una semana de siete días probablemente a causa de los siete astros vagabundos o planetas que conocía el hombre. Hasta los nombres de los días de la semana provienen de ese cuerpo celeste: el sol, la luna y los cinco planetas descubiertos por los hombres primitivos. El lunes se dedicó a Luna. El martes a planeta Marte. El miércoles al planeta Mercurio. El jueves a planeta Júpiter. El viernes a planeta Venus. El sábado a Saturno. El domingo al Sol.

sábado, 25 de febrero de 2012

La dificultad del español

La lengua, una diversidad común Por Alonso Cueto La frase de Oscar Wilde, según la cual Inglaterra y Estados Unidos eran países separados por el mismo idioma, no era una ironía total. Dicha en los tiempos de Wilde, los modismos, acentos y particularidades del inglés de cada uno contribuían efectivamente a ciertas dificultades que con el tiempo se han borrado. Hoy ingleses y norteamericanos se entienden a la perfección gracias a muchos factores, entre ellos la televisión, el turismo y los negocios globalizados. No se puede decir lo mismo del francés que separa a los canadienses de Québec de los franceses (entre los que no ha habido un circuito sostenido) pero sí del español que une a españoles e hispanoamericanos. Creo que nunca ha habido un tráfico de palabras más nutrido entre la península y los diversos países latinoamericanos, que ha sembrado términos a ambos lados del Atlántico. Esta polinización en el lenguaje es una señal de que las relaciones entre ambas comunidades están, a mi juicio, en el mejor momento de su historia. Y sin embargo, algunos ejemplos podrían negar esa afirmación. Siguiendo un modelo del gran escritor mexicano José Emilio Pacheco imagino un ejemplo, el de la llegada de un turista peruano a un hotel en Madrid. La historia es como sigue. Apenas instalado en su pieza, el peruano llama por teléfono a la recepción y le dice una frase al conserje: "Disculpe. Como el caño de la tina se ha malogrado, le ruego mandar a un gasfitero para que lo arregle". Al escucharlo, el conserje no entiende cinco palabras de la frase, es decir no comprende lo que el pasajero le está pidiendo. El peruano recién llegado no sabe que debía haber dicho: "El grifo de la bañera se ha estropeado, le ruego enviar a un fontanero para que lo repare". Ejemplos de este tipo sobran. Cuando fui a vivir a Madrid a comienzos de 1977, recuerdo mi descubrimiento de algunas palabras españolas, entre ellas "culebrón" por "telenovela", "el maletero de un coche" por "la maletera de un carro", y el uso de palabras para prendas de vestir como "jersey" y "cazadora". "Marcharse" por "irse", "cañas" por "cervezas", un "follón" por un lío o problema y "dar de hostias" (¿por qué ese término litúrgico?) por "dar de golpes", forman solo algunos ejemplos de los interminables que unen o diferencian, o unen en la diferencia, a nuestros países (las diferencias entre las comunidades de cada país latinoamericano también son notorias). La más famosa y divertida de estas diferencias, el uso de la palabra "polla" como "órgano sexual masculino" en España y como "lotería" en la América Latina ha sido objeto de numerosas anécdotas reales o inventadas, aunque siempre divertidas. Una de ellas cuenta que un turista chileno confesó a sus anfitriones conservadores en Madrid, que se había sacado la polla en Chile para agregar: "La mitad de la polla se la ofrecí a la Virgen María, y con la otra mitad me vine a España". Sin embargo, es interesante que muchas de estas palabras diferentes se están volviendo comunes. Culebrón no es infrecuente en la América Latina y la palabra "ninguneo" (mirar por encima a otro, tratarlo como a ninguno), de origen mexicano ya viene usándose en la Península. Hace poco oí decir a una amiga española que había una expresión típica española: "ni chicha ni limonada". Es una frase que nunca he entendido bien, aunque sé que se usa en toda la América Latina, y en especial en el Perú, de donde se supone procede la chicha, aunque la limonada llegara luego. La primera palabra americana que entra al vocabulario universal es "canoa". Desde entonces la contribución de la América Latina al castellano ha sido infinita. Términos como "chocolate" o "papa" (convertida en "patata" por su similitud con el inglés "potato"), que se refieren a productos oriundos fueron de los primeros en universalizarse, pero también "cancha" por campo de juego y "cacique" por jefe. Términos de la literatura mítica europea como "California" se usaron asimismo para nombrar los nuevos lugares americanos. Sin embargo, la unidad en el idioma se ha ido formando a lo largo de los siglos en la medida en que la lengua se ha extendido gracias a los inmigrantes, el turismo, las relaciones comerciales y la televisión. La literatura ha jugado algún papel en este proceso. Cuando el entonces presidente de la Academia de la Lengua en el Perú, el escritor Ricardo Palma, llegó a España en 1892, para pedir la incorporación de algunos peruanismos y quechuismos, la situación era distinta. Por entonces las palabras "peruanas" que pedía se incorporaran al diccionario, fueron rechazadas, en nombre de una cierta pureza. Palma iba a publicar luego una lista de estos términos en sus "Papeletas lexicográficas" (1903), con dos mil setecientas voces. Sin embargo, peruanismos como "cacharpas" (trebejos o cosas) "pucho" (cigarrillo) o "candelejón" (ingenuo o tonto) han sido aceptados en posteriores ediciones. También, un equivalente de "reñir" que se remonta al Perú del siglo dieciséis: "resondrar". Hoy las "Papeletas lexicográficas" de don Ricardo Palma pueden encontrarse en la biblioteca virtual Miguel de Cervantes. Uno de los caminos para llegar a esta comunidad ha sido marcado por las editoriales españolas que publicaron novelas latinoamericanas. Desde la década del sesenta cuando todavía se consideraba la pureza castiza como una virtud, estos editores (con Carlos Barral a la cabeza) publicaron las obras de Vargas Llosa, Julio Cortázar y otros en el lenguaje coloquial en el que fueron escritas, una norma que las editoriales han continuado. Hoy no nos podemos imaginar cómo serian los libros de Rulfo o Cortázar, si algún editor español los hubiera buscado traducir a la jerga madrileña. La idea de la pureza o la inviolabilidad del idioma, por eso, me parece inútil y anacrónica. Hoy, algunos piensan que los escritores somos unos abanderados en una supuesta lucha contra la influencia del inglés. Se trata de un viejo anhelo que quedó consagrado por la dolorosa, ansiosa pregunta de Rubén Darío; "¿Todos los hombres hablaremos algún inglés?" Hoy sabemos que ese día no está próximo (el chino es una amenaza mas concreta, por ahora). Estamos, es verdad, rodeados de palabras inglesas, aunque no siempre por razones culturales. El hecho de que usemos términos como "mouse" o "chip" por ejemplo no se debe solo a la influencia del inglés en nuestras vidas sino también a las ventajas del monosílabo, en una era de comunicaciones rápidas. "Defender el español de la invasión del inglés" es tan absurdo como haber querido defenderlo del árabe en el siglo dieciséis. Hoy, las palabras en árabe (como "tarea", "alcalde" y "acequia"), ocupan nuestro idioma y son tan españolas como cualquiera otra. Lo mismo ocurrirá con las palabras inglesas que se incorporen, porque creo que el corazón de un idioma no está en las palabras que usa, sino en su gramática. En la medida en que la gramática, sus estructuras profundas se mantengan, el idioma seguirá siendo el mismo. La lengua, como bien sabe la Real Academia, es un organismo vivo, que avanza en el tiempo. En su proceso se pierden y se incorporan nuevos términos. Palabras como "pardiez" (eufemismo de "por Dios"), han desaparecido. Otras, como la catalana "frazada" se usa en el Perú, pero no en la mayor parte de España donde se ha extendido, en el mejor sentido de la palabra, la expresión "manta". El habla coloquial es la sala de máquinas en la que la lengua se va renovando. Hoy en día, no nos enfrentamos al peligro de la perversión sino de simplificación. El lenguaje de los medios de comunicación, en especial de los noticieros televisivos, ha creado un código de expresiones simples y neutras, con frases generales. En la mayor parte de ellas, no hay adverbios y apenas hay adjetivos. Cualquiera que vea un noticiero hoy puede comprobar que los adverbios son una especie en vías de extinción en su lenguaje. Con ello, hemos perdido matices, sutilezas, riqueza en el significado, lo que no es de extrañar en el predominio de la estupidez que por lo general es una característica de los medios televisivos. Solo quienes tienen a su cargo el castellano entre nosotros -periodistas, escritores, comunicadores en general-, pueden ser capaces de intentar de mantener para nuestra lengua común el brillo de su inteligencia y el esplendor de su expresividad, con todas las palabras añadidas de otros idiomas y jergas que hagan falta. Al igual que la vida, el idioma nunca es puro o inviolable. Nuestra tarea hoy no es defender la pureza sino la complejidad y expresividad del idioma, sus luces y complejidades, y su capacidad para servir de herramienta de comunicación con los demás y con nosotros mismos. En esa tarea, felizmente, la cantidad de hablantes del castellano asegura sus recursos para el futuro. Se trata de una lengua en la que aportan además muchas de las lenguas nativas americanas, lo que es invalorable para su riqueza. Creo que, como nunca antes, en España y en América Latina, existe una conciencia de una lengua común y diversa, una lengua infinita. (Ponencia en el Congreso de CERLALC, Casa de América, Madrid, junio, 2008) Fuente: El Dominical.

sábado, 18 de febrero de 2012

Las provincias romanas en Hispania

Las provincias romanas en Hispania En 197 a. J. C., al terminar la primera fase de la conquista romana, se produce la primera estructuración de Hispania en provincias, aunque ya la realizó así provisionalmente Escipión en 206/205, incluso con estas denominaciones de las provincias: Hispania Citerior: la más cercana a Roma, la franja mediterránea hasta la costa del sureste y Cástulo (Linares, Jaén) en el interior. Hispania Ulterior: el resto de la futura Andalucía llamada ahora Bética. El primer emperador Octavio César Augusto, al terminar la conquista de Hispania con la guerra contra los galaicos, cántabros y astures (29-19 a. J. C.), realiza en ella una nueva organización en provincias, subdivididas en conventos jurídicos (algunos dicen que fue ya en 27 a. J. C. pero Emerita Augusta, Mérida, capital de la nueva provincia de Lusitania, no se funda hasta 13 a. J. C. y hubo algunas modificaciones en los límites hasta 7 a. J. C): Tarraconense: lo que antes era la Citerior prolongada hasta el noroeste, incluye Gallaecia, que llegaba hasta el Duero. Capital en Tarraco (se decía Tárraco). Bética (Baetica): capital en Corduba. Hasta la orilla sur del Guadiana. Era una subdivisión de la Ulterior. Lusitania: capital en Emerita Augusta (Emérita = Mérida), sobre la orilla norte del Guadiana. Incluye el centro y el sur del futuro Portugal, Extremadura, Salamanca y Zamora. Los vascones están en el convento jurídico de Caesaraugusta, mientras que várdulos, caristios y autrigones en el de Clunia, en la reorganización de las Hispanias realizada por Augusto (27-7 a. J. C.). Este hecho, indicador de que son pueblos diferentes, es a su vez un nuevo hecho diferencial. La asimilación sobrevendrá posteriormente cuando el proceso de vasconización de los várdulos, caristios y autrigones iniciado en 581 d. J. C. Políticamente están ya en la época de Augusto en dos entidades diferentes cuyo lazo común en lo político es una entidad más amplia, la Hispania Citerior Tarraconense dentro de Hispania (España) y del Imperio romano. Como en la actualidad la entidad política común es el Reino de España. En 214 d. J. C., el emperador Caracalla crea la Gallaecia por subdivisión de la Tarraconense: Gallaecia, Tarraconense, Baetica, Lusitania. Diocleciano, en 293, dentro de la reorganización general del Imperio, por subdivisión también de la Tarraconense, crea la Cartaginense, de la que se subdividirá en 385 la Baleárica. Están agrupadas en la Diocesis Hispaniarum que incluye la Mauritania Tingitana. (Las futuras Ceuta y Melilla están en Hispania desde la época romana. La España visigoda incluirá también Ceuta, Septem; Tingis es Tánger). Hispalis (Sevilla) es la sede habitual del vicarius de Hispania. Al frente de cada provincia hay ahora un gobernador subordinado al vicario. Corduba es la sede del gobernador de la provincia de la Baetica, la cual tiene así dos capitales. Por encima del vicario de la diócesis de las Hispanias está el Prefecto del Pretorio de la Prefectura de las Galias con sede en Tréveris y con jurisdicción sobre Britania, las Galias e Hispania. Todas ellas junto con las provincias de Italia y África están integradas en el Imperio Romano de Occidente. Diócesis de las Hispanias: España es pluralidad con unidad, no unicidad, desde que la romanización y la cristianización de los divididos y enfrentados pueblos prerromanos origina y une las Hispanias.

jueves, 19 de enero de 2012

Feliz cumpleaños RNE, 75 AÑOS

Hoy se celebran 75 años del nacimiento de la radio pública en España: Radio Nacional de España ( RNE ). Por de pronto, hay que felicitar a todos sus trabajadores actuales que sienten esa empresa como suya y que dedican muchas horas de su vida para que otros, como yo, nos informemos, aprendamos, nos divirtamos, pasemos el rato, o simplemente nos acompañen en un día frio y algo lluvioso como el de hoy. Si yo tuviera que rememorar mis primeros recuerdos de la radio, pensaría en los tiempos de mis abuelos. Principalmente hablaría de mi abuela materna, ya que mi abuelo paterno era sordo de un oído, y como la gran mayoría desconfiaba de todo que no controlaba bien. Aún así, y ya que fue la casa que más visitaba entonces, de niño, sí que mis tías, las hijas de mi abuelo, se sentían muy acompañadas por la radio, sobre todo mi tía Isabel, desde que dejó su trabajo en una fábrica que entró en lo que hoy llamaríamos un ERE.
Al escuchar esta mañana a Luis del Olmo hablar con Juan Ramón Lucas fue ésa la imágen que me evocó. Su programa "Protagonistas" inspiraba la cocina de azulejos rojos de mi tía mientras yo merendaba con ellas y mi abuelo. Nos callábamos en cuanto escuchábamos esa voz cántabra grave y la divertida sintonía que nos avisaba del comienzo del programa. Ese es mi recuerdo de mi niñez, pero luego empezó mi afición al fútbol y tengo que admitir que en este punto hubo un periodo en que abandoné la radio pública y "me abrazé a la farola" que más "sonaba" entonces con un señor al que le pusieron el mote del "butanito", hasta que se metió con el equipo ciclista de mi tierra, Reynolds ( entonces ), y vagué durante años por otras opciones hasta que ahora me he instalado en Tablero Deportivo, aunque a veces no esté de acuerdo con el Sr.Chema Abad, y estaba más de acuerdo con el Sr.Iglesias- vaya, la cuestión va encaminada a la religión!!
Para seguir recorriendo mi vida con la radio, diré que ,como todo adolescente, la música era lo que más me acompañaba en mis pensamientos románticos, en mis estudios y en mis fiestas,...es decir, que fue mi vida durante muchos años. Tampoco Radio Nacional ha sido una radio dirigida a la música juvenil de moda, más bien siempre se la ha conocido más por Radio Clásica que por Radio 3. Y ya se sabe que para un adolescente, todo lo que nos recuerde a las clases de música de nuestra profesora,- que me perdone mi compañera Nerea-, pues hay que huir. Es ahora cuando estoy en mi crisis de los cuarenta cuando RNE abarca mucho tiempo de mi vida. Siempre, por mi gusto por la historia, este cumpleaños me recordará sus orígenes con Franco y la Guerra Civil. Pero se ha mordernizado totalmente y, como en mi anterior artículo rememoraba con los premios a Serrat, es más pública que nunca y si sigue con estos ideales me tendrá entre sus fervientes oyentes. Por último diré GRACIAS Juan Ramón Lucas ,por acompañarme en mi despertar, desayuno y, en los días de lluvia, viaje hacia el colegio. GRACIAS Ciudadano García, por hacernos, a mi novia y a mi, más divertida nuestra comida y hacerme olvidar los momentos amargos del trabajo. GRACIAS Toni Garrido y Tom por hacerme pensar durante las tardes y hacer que mi twitter y facebook se llenen de opiniones. GRACIAS Pepa Fernández y equipo porque me habeis dejado conocer lugares de España y Europa un poco más baratos, gracias a vuestros concursos, y aprender o divertirme en cada sección de tu programa de fin de semana.
GRACIAS RNE Y FELICIDADES , y espero que los hijos de mis sobrinos y mis alumnos os escuchen para celebrar no solo su CENTENARIO sino otros 75 AÑOS MAS!!!