Mis citas

Cita de Juan José Millas en El País el 19 de Noviembre de 2009

"Los vocablos no sólo contienen definiciones, también tienen sabor, textura, volumen, que las hay imposibles de tragar, como el aceite de ricino y las que entran sin sentir, como un licor dulce.
Las que curan y las que hacen daño, las que duermen y las que despiertan. Las que proporcionan inquietud y paz. Hay palabras, incluso, que matan".

lunes, 22 de diciembre de 2014

Las Saturnales y la celebración de Navidad



¿Cómo se evolucionó de las Saturnales romanas a la Navidad cristiana?No es una casualidad que los cristianos escogieran el último mes del año para sus fiestas de Navidad, ni el día 25 de diciembre para el nacimiento de Jesús.

En la Antigüedad, en torno al solsticio de invierno, los romanos celebraban una de sus fiestas preferidas. Se trata de las Saturnales, en honor a Saturno, el dios protector de la agricultura, de los sembrados y de las cosechas. Era el señor del universo en la mítica Edad de Oro, cuando los dioses y los hombres convivían en una gozosa armonía de infinita generosidad.

Era tal su importancia que, incluso, se le erigió un templo en el Foro de Roma, al pie del Capitolio. Este sagrado edificio era el depositario del Tesoro Público y el signo de la prosperidad del Estado, por lo que estaba vigilado de cerca por los cuestores.


En el interior del templo se encontraba la imponente estatua barbuda de Saturno. Estaba representado con una hoz en la mano y cautivo, ya que su pedestal estaba rodeado por una cinta de lana, a modo de grillete, para impedir que abandonase la ciudad de Roma y dejara de protegerla. Sólo quedaba libre de sus ataduras al llegar el tiempo de las Saturnales, a finales del mes de diciembre. Según Macrobio, escritor de los siglos IV y V d.C., la liberación del dios simbolizaba la irrupción hacia la luz de la vida humana tras diez meses de gestación. De hecho, en esos tiempos, decembris era el décimo mes del calendario de Rómulo, diez meses duraba el embarazo en cómputo inclusivo y, otoño, el tiempo en el que se recogían las cosechas. Era el fin del ciclo agrícola, simbolizado en una estrecha relación entre lo natural y lo humano, entre lo sagrado y lo profano. Era el tiempo en el que Saturno, en los días a él consagrados, podía campar a sus anchas por la gran urbe romana.
Durante la República romana, y hasta la dictadura de Julio César, la fiesta de las saturnales se celebraba el 17 de diciembre. Era el día en el que los senadores y los caballeros romanos, ataviados con sus togas ceremoniales, ofrecían un gran sacrificio al dios. A continuación, según la tradición, se oficiaba un gran banquete público que se finalizaba con el grito unánime de Io Saturnalia.


Desde los tiempos de César, se prolongó la festividad para que se pudiera honrar al dios Saturno hasta el día 19. Sus sucesores, Augusto y Calígula, añadieron sendos días y, con Domiciano, finalmente se decidió ampliar las celebraciones hasta el día 23 de diciembre. De esta forma, a finales del siglo I d.C., las Saturnales duraban ya una semana completa, en la que primaba el regocijo y la convivencia del pueblo. Del mismo modo, las numerosas actividades públicas eran suspendidas. No se impartían clases en la escuela, no había actividad política en el Senado y los tribunales de justicia interrumpían sus funciones. Los prisioneros, además, eran liberados y sus cadenas se depositaban, como agradecimiento, en el templo de Saturno. Hasta se llegaba a aplazar la ejecución de las penas capitales.

 

Como en nuestra Navidad, los romanos visitaban en este tiempo a sus amigos y familiares e, incluso, intercambiaban regalos con ellos. Eran fiestas de una permisividad excepcional, ya que las actitudes que estaban prohibidas o que eran inusitadas durante todo el año recibían licencia en las Saturnales. En este caso, relajaban leyes como la de los juegos de azar. Los romanos, así, veían crecer o mermar su patrimonio en el juego de los dados, las tabas y la lotería.

Los esclavos, durante estas jornadas, se vestían con las ropas de sus señores y despotricaban contra ellos, sin temor alguno, mientras que sus dueños les servían en la mesa. Se hacía una alteración de la jerarquía social, que ha quedado reflejada en la imagen que adorna el mes de diciembre en el calendario litúrgico de Furio Dionisio Filocalo, de mediados del siglo IV d.C., en el que simbólicamente aparece unos dados en la mesa y una inscripción marginal que dice: «ahora, esclavo, se te permite jugar con tu señor».

En las saturnales, como en cualquier fiesta romana, era importante la música. Era normal, por tanto, que en las saturnales saliesen a la calle músicos y coros que deleitaban las celebraciones con sus melodías y sus cantos. Los Ioculatores y acróbatas romanos actuaban en las calles y divertían a la gente con sus Iocus, o juegos acrobáticos y musicales. Acompañaban sus voces con tocando tibias, panderos y otros instrumentos musicales. En algunas obras artísticas incluso aparece representado el bardo, una especie de pandereta similar a la que conocemos ahora.

Las saturnales se vieron ampliadas hasta el día 23 de diciembre. Sin embargo, a partir del año 274 d.C., debido a la preocupación por el sincretismo religioso, el emperador Aureliano introdujo el culto siríaco del Sol Invicto, cuyo nacimiento se celebraba el 25 de diciembre. Ese es el día en el que el sol supera el solsticio y recobra su poderío de luz diurno. Desde aquel momento, la mayoría de las sectas reconocieron a su suprema divinidad, especialmente los numerosos seguidores del dios Mitra. La profusión de dioses, propios y ajenos, que se habían cobijado en las creencias de los romanos se acabaría reduciendo a este «Sol Señor del Imperio Romano».

En definitiva, el culto a Mitra inició el camino de una suerte de monoteísmo solar, que había estado precedido por las fiestas en honor a Saturno, y abrió las puertas al Cristianismo. Como es evidente, por oposición al paganismo, se cogió esa fecha tan significativa como la del nacimiento de Jesús, el sol de la justicia.



Así, de paso, se continuaba con la arraigada tradición de la celebración de las fiestas de diciembre y, al igual que los romanos de entonces, los cristianos siguen compartiendo la alegría, fomentando los juegos de azar, cumpliendo con los regalos y, claro está, celebrando copiosas comidas en familia.

viernes, 28 de noviembre de 2014

Via Augusta y Via de Italia en Hispalis




Gran calzada romana. En un primer momento recibió el nombre de Vía Máxima, pero cambió su nombre cuando Augusto la amplió a principios de su gobierno. Un viajero podía seguir la vía Augusta desde Gades (Cádiz), a lo largo de la costa española, hasta entrar en Francia y llegar hasta la costa de Italia, donde la vía recibía el nombre de Vía Aurelia, y llegar a Roma. Era la vía continua más grande de todo el Imperio.


La Vía Aurelia (Augusta), que seguía la costa del Tirreno, era el camino más fácil para llegar a la Galia, aunque también el más largo. Se empezó a construir en el año 241 a.C.; en un primer momento, había sido planeada para llegar tan sólo hasta Luna, la más distante de las ciudades costeras etruscas. Las primeras obras fueron iniciadas por Aurelio Cota, quien la dio su nombre; este primer tramo tenía un a longitud de 250 km. En el 109 a.C., la vía fue ampliada hasta Génova por el censor Marco Emilio Escauro.

Tenía su origen en el Forum Boarium de Roma. Posteriormente, cruzaba el río Tíber por el Pons Aemilius y, tras ascender la colina del Janiculum, salía de la ciudad por la Puerta Aurelia. Siguiendo unos terrenos suavemente ondulados se dirigía a la costa, la cual alcanzaba en la localidad de Alsium (la actual Palo). A continuación, atravesaba Cerveteri, la antigua Caere, para luego conducir hasta Cetumcellae (la moderna Civitavechia), desde cuyo puerto de Trajano partía la ruta hacia Cerdeña. Desde allí, la calzada continuaba paralela a la costa, distante de ésta entre un kilómetro y medio y tres. De este tramo partían numerosos ramales. La siguiente parada era Cosa, que se encontraba a 138 km de Roma. El trazado seguía desde aquí la costa del mar de Liguria hasta llegar a Genua (Génova). Siguiendo paralela a la costa, pasaba por Albingaunum (Albenga) y Albintimilium (Vintimille).



Cruzaba los Alpes en la villa de Alpe Summa. Al pasar la frontera con las Galias, adoptaba el nombre de Vía Augusta, aunque algunas inscripciones se referían al tramo galo con el nombre de Vía Domitia, debido a que fue el procónsul Domiciano Ahenobarbo quien inició la construcción de este tramo, en el 120 a.C. La calzada pasaba por Mónaco, más concretamente por las colinas existentes encima de Montecarlo y Niza (Nicae). A partir de este punto, la vía seguía la costa. En algunas partes de este tramo la calzada era tan estrecha que Estrabón llegó a quejarse de que resultaba intransitable.



Tras atravesar la localidad de Frejus, seguía hasta la ciudad termal de Aix-en-Provence, localidad que en 125 a.C. se convirtió en la primera colonia romana fundada en las Galias. Desde este punto, la carretera se adentraba hacia el interior con el fin de evitar las bahías y pantanos existentes en la desembocadura del Ródano. La vía cruzaba un pequeño río denominado Touloubre por medio de un puente de un sólo arco, el Pont Flaives, que fue construido en época de Claudio. A partir de ahí, todas la vías romanas de las Galias desembocaban en la Vía Augusta. Cruzaba el río Ródano por un gran puente permanente, a la altura de Arlés, mientras que a través de Nimes y Bèziers alcanzaba Narbona.



La Vía Augusta era una de las principales vías de comunicación del Imperio Romano, siendo la calzada más larga de la Península Ibérica con sus 1.500 Km. de recorrido, desde los Pirineos hasta Cádiz. Utilizando en parte tramos de épocas anteriores, debe su nombre al emperador Augusto, que ordenó su ejecución global y la mejora de sus viales entre los años 8 y 2 a.C.



Esta vía, que reúne al menos 96 monumentos, empieza su recorrido por Cataluña, al noreste de España. En esta primera etapa, que comprende casi 700 kilómetros, la vía atraviesa Girona, Barcelona y Tarragona. Durante su viaje podrá apreciar los paisajes de viñedos a la vez que disfruta de monumentos que datan del antiguo Imperio Romano como el Arco de Barà, en Roda de Barà (Tarragona). Precisamente en Tarragona, a la que los romanos llamaron Tarraco, se halla un impresionante conjunto arqueológico, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.


La siguiente gran zona que atraviesa la Vía Augusta es Castellón, Valencia y Alicante, en la Comunidad Valenciana. El recorrido es de 425 kilómetros y buena parte del mismo transcurre a menos de 25 kilómetros del mar Mediterráneo. Vestigios de mansiones, puentes y arcos monumentales como el de Cabanes (Castellón) salen a su paso en un inolvidable viaje que transcurre por lugares como Jávea y Elche (Alicante) o Sagunto (Valencia), donde podrá visitar su Teatro Romano. Los paisajes de frutales, sobre todo los naranjos, le acompañarán durante el camino. Además, no se puede perder los magníficos parajes que rodean a la Vía Augusta como el Desierto de las Palmas en Castellón, o los parques naturales de la Albufera en Valencia y Carrascal de la Font Roja en Alicante.



La tercera etapa de esta milenaria ruta se desarrolla en Andalucía, al sur de España, y transcurre por Jaén, Córdoba, Sevilla y Cádiz, siguiendo el cauce del río Guadalquivir. La primera grata sorpresa aparece en Linares (Jaén), donde puede encontrar las ruinas romanas de Cástulo. Pero, sin duda, uno de los tramos mejor conservados y que más le fascinará es el que va desde Sevilla hasta Carmona. Allí le esperan la necrópolis romana y la Puerta de Sevilla.
Después de recorrer parte de las marismas, el área montañosa de Sierra Morena y los viñedos del sur de España, se llega hasta Cádiz, donde la desembocadura del río Guadalquivir en Sanlúcar de Barrameda pone punto final a un viaje imborrable por la Vía Augusta, una auténtica ventana abierta al pasado.



La mayor parte de los caminos conocidos convergen en Caesaraugusta, uno de los nudos de comunicaciones más relevantes de Hispania. Las vías De Italia in Hispaniaslas de Asturica Terracone, Turiassone Caesaraugusta y Asturica per Cantabria Caesaraugusta forman una gran arteria que cruza el territorio de este a oeste, pasando por Mendiculeia (Monte de las Pueblas en Tamarite de Litera), Tolous (Cerro de la Alegría en Monzón), Caum (en las cercanías de Berbegal), Pertusa(Pertusa), Osca (Huesca), Bourtina (Almudévar), Gallicum (El Convento en San Mateo de Gállego), Caesaraugusta (Zaragoza), Allobone (Alagón) y Balsione (por la zona de Mallén). La ruta Caesaraugusta Beneharno permite enlazar a Caesaraugusta con las Galias a través del Summo Pyreneo (Puerto del Palo). 



Las vías entre Caesaraugusta Pompaelo, una directa y otra a través de Cara (Santacara. Navarra) enlazan la ciudad con Pompaelo y el otro paso transpirenaico (Ibañeta-Navarra). Son varias las vías procedentes del centro de la Meseta y Mérida que llegan a través del valle del Jalón, pasando por Arcobriga (Cerro Villar. Monreal de Ariza) Aquae Bilbilitanorum (Alhama de Aragón), Bilbilis, (Cerro Bámbola. Calatayud) y Nertobriga (Calatorao). Las comunicaciones con el Levante y la Meseta sur se hacen mediante la vía que se dirige hacia Laminio (La Alhambra. Ciudad Real) y las rutas que a partir del nudo de comunicaciones de Contrebia Belaisca (Botorrita) permiten, siguiendo por la margen derecha del Ebro, llegar a la costa tarraconense y levantina.

En el mundo romano republicano la red viaria del valle medio del Ebro se articula en un primer momento en torno a la ciudad de llerda, a esta ciudad llegan las rutas procedentes de la costa, Barcino y Tarraco, y desde la misma parten las que se dirigen hacia Osca y el sudoeste siguiendo el curso del río Cinca (miliario de Q. Fabio Labeo hallado en Torrente fechado hacia el 110 a. de C.). La fundación de la colonia Celsa (44 a. de C.) y la construcción en sus inmediaciones del puente citado por Estrabón induce a pensar en un proceso de organización de calzadas al servicio de la colonia. Además, desde Celsa se puede acceder hacia el interior de las tierras turolenses a través de los valles de la margen derecha del río Ebro y siguiendo su curso en dirección noroeste hasta Salduie (Zaragoza). Esta calzada que se denominó: VIA AVGVSTA, según los miliarios (4-5 a. de C.) de Augusto que se han hallado sobre la misma, perdió gran parte de su valor al fundarse Caesaraugusta.


En el imperio la organización del sistema de calzadas gira en torno a la colonia Caesaraugustana fundada hacia el año 19 a. de C. Por esta colonia pasan 9 de las 32 rutas principales que describen los itinerarios antiguos para Hispania y además su puente sobre el Ebro es paso obligado para acceder hacia la costa en dirección a Tarraco. La colonia romana aglutina en su entorno una serie de caminos y mansiones distribuidos de forma radial que la ponen en relación con el resto de Hispania y con todo el conventus del que era capital. Conocemos por los miliarios -inscripciones que se encuentran sobre las calzadas en las que se indican el constructor de la vía, y, a veces el punto de origen y final de la misma- los momentos en los que se fueron construyendo y reparando las calzadas. Augusto, dio un gran impulso a la red de calzadas potenciando el gran eje de comunicaciones que discurre por el Valle Medio del Ebro, al norte del río, entre Ilerda (Lérida)Osca (Huesca)Caesaraugusta (Zaragoza). Al mismo tiempo las legiones fundadoras de Caesaraugusta participaron en la construcción de la calzada entre esta colonia y Pompaelo(Pamplona) a través de la comarca de las Cinco Villas. Tiberio (22-37 d. de C.) construye igualmente sobre la vía entre Caesaraugusta y Pompaelo, trazando, según nos confirman los miliarios, el ramal hacia Cara (Santacara. Navarra). Otros datos aseguran su intervención sobre la calzada que se dirige hacia Asturica (Astorga) a través de la Meseta norte. La dinastía Julio-Claudia nos ha dejado miliarios en la vía entre llerda y Osca. A finales del siglo I, Domiciano repara la vieja calzada entreEmerita y Caesaraugusta, que discurre por el valle del Jalón, pasando por Nertobriga y Bibilis. Del mismo modo los miliarios procedentes de Complutum (Alcalá de Henares) y Augustobriga (Agreda. Soria) hablan de las actividades llevadas a cabo por Trajano sobre estas rutas. Adriano completa las reparaciones, conociéndose varios miliarios de este emperador en la vía Caesaraugusta-Pompaelo y otras que discurrén aprovechando el curso del río Aragón.

En el Bajo imperio encontramos una nueva fase en la que, a tenor de los miliarios conservados, parece que asistimos a un momentos de gran dinamismo en la reparación de calzadas, aunque la mayor parte de los miliarios de esta época tengan carácter honorífico y no se corresponden con reparaciones efectivas. Esta fase tiene sus máximos exponentes sobre las calzadas entre Caesaraugusta y Pompaelo, la de Caesaragusta, Osca, Ilerda, y la gran ruta transpirenaica entre Caesaraugusta y Beneharno.


domingo, 12 de octubre de 2014

Orígen de Europa, Roma, Hispania y Pompaelo: leyendas e historia

 
La historia de Europa se refiere al conjunto de sucesos relativos al continente europeo, desde que fue poblado por los primeros seres humanos hasta la actualidad. El Homo sapiens habría aparecido hace unos 130.000 años en África, según la opinión científica mayoritaria. La llegada del Homo sapiens a Europa podría haberse dado desde el Cercano Oriente a Europa, donde se asentaron entre 40.000 y 25.000 a. C. (Paleolítico Superior). La Antigüedad clásica está dominada por el influjo de la civilización greco-latina sobre el resto de Europa. La fragmentación política de Europa y los sucesivos intentos forzados de unificación sumieron al continente en numerosos conflictos y guerras durante la Edad Media, como la Guerra de los Cien Años (que duró más de un siglo). La Edad Moderna marca para Europa el inicio de procesos que mucho después darán lugar a la globalización, y es el tiempo en el que los conflictos bélicos se hicieron cada vez más desastrosos, como la llamada guerra de los Treinta Años. Los procesos económicos y el desarrollo científico y tecnológico se aceleraron en desmedro de otros continentes de manera mucho más notoria durante la Edad Contemporánea, produciendo tensiones por competencias que desencadenaron más guerras (como las guerras Napoleónicas y las guerras mundiales). Hoy los procesos tendentes a la unificación se procuran pacíficamente, tal es el caso de la formación de la Unión Europea, si bien no exenta de avances y retrocesos.
 

El origen mitológico de Europa es que ésta era hija de Agenor y Telefasa, aunque a veces se dice que era hija de Fénix y por lo tanto nieta de Agenor. Europa jugaba con sus compañeras en la playa de Sidón o a veces Tiro donde reinaba su padre, cuando Zeus la divisó y quedó maravillado por su belleza, por lo que se prendó de ella. Como Zeus sabía que Europa podía rechazarlo si se le presentaba naturalmente, se transformó en un hermoso toro blanco que tenía cuernos parecido al creciente lunar, y fue a rendirse a los pies de la bellísima doncella. Primero, la joven se asustó, pero luego fue tomando confianza. Primero opta por acariciar en el lomo al maravilloso animal y decide por último montar en su espalda. Zeus que esperaba esta acción de Europa, inmediatamente se levantó y partió hacia el mar. Europa gritaba y se aferraba con fuerza a los curvados cuernos, pero Zeus no se detuvo, se adentró en la olas y se alejó de tierra, hasta llegar a Creta. Los hermanos y la madre de Europa salieron en su búsqueda desesperados y por orden de su padre, pero no dieron con ella. En Gortina, Zeus logra su cometido y se une con Europa cerca de una fuente y uns plátanos que bendecidos por haber presenciado el divino acto de amor nunca más volvieron a perder sus hojas.
De esta unión nacieron tres hijos: Minos, Sarpedón y Radamantis. Además, se cree que fue la madre de Carno, amado de Apolo, y Dodón.
Dice la leyenda que Ascanio, hijo del héroe troyano Eneas (hijo de Venus y de Anquises), habría fundado la ciudad de Alba Longa sobre la orilla derecha del río Tíber. Sobre esta ciudad latina reinaron muchos de sus descendientes hasta llegar a Numitor y a su hermano Amulio. Éste destronó a Numitor y, para que no pudiese tener descendencia que le disputase el trono, condenó a su hija, Rea Silvia, a ser sacerdotisa de la diosa Vesta para que permaneciese virgen. A pesar de ello, Marte, el dios de la guerra, engendró en Rea Silvia a los mellizos Rómulo y Remo. Cuando éstos nacieron y para salvarlos fueron arrojados al Tíber dentro de una canasta que encalló en la zona de las siete colinas situada cerca de la desembocadura del Tíber, en el mar. Una loba, llamada Luperca, se acercó a beber y les recogió y amamantó en su guarida del Monte Palatino hasta que, finalmente, les encontró y rescató un pastor cuya mujer los crió. Ya adultos, los mellizos repusieron a Numitor en el trono de Alba Longa y fundaron, como colonia de ésta, una ciudad en la ribera derecha del Tíber, en el lugar donde habían sido amamantados por la loba, para ser sus Reyes. Se dice que la loba que amamantó a Rómulo y Remo fue su madre adoptiva humana.

El término loba, en latín lupa, también era utilizado, en sentido despectivo, para las prostitutas de la época. La leyenda también nos cuenta como Rómulo mató a Remo. Cerca de la desembocadura del río Tíber había siete colinas: los montes Aventino, Celio, Capitolio, Esquilino, Palatino, Quirinal y Viminal. Rómulo y Remo discutieron sobre el lugar en el que fundar la ciudad y decidieron consultar el vuelo de las aves, a la manera etrusca. Rómulo vio doce buitres volando sobre el Palatino y Remo sólo divisó seis en otra de las colinas. Entonces Rómulo, para delimitar la nueva ciudad, trazó un recuadro con un arado en lo alto del monte Palatino y juró que mataría a quien osase traspasarlo. Remo le desobedeció y cruzó con desprecio la línea, por lo que su hermano le mató y quedó como el único y primer Rey de Roma.

Este hecho habría ocurrido en el año 754 a. C., según la versión de la historia oficial de la Roma antigua. Origen griego Según otras fuentes antiguas, la fundación de la ciudad se relaciona con el mundo griego, ya que los fundadores tenían ascendencia troyana. Esta leyenda presenta a Eneas, príncipe troyano, como antepasado directo de Rómulo y Remo, el cual, al casarse con la hija del rey latino, se convirtió a su vez en rey.  Sin embargo, no puede considerarse admisible la tradición de un origen troyano de Roma si se compara la fecha de la destrucción de Troya (1200 a.C.) con los restos arqueológicos del poblamiento del Lacio y el Septimontium, semejante a otros muchos poblados del Bronce Final de Italia y que dista mucho de ser un poblamiento importante, y mucho menos una ciudad.




Según la historia, los orígenes de Roma se remontan hacia el 753 A.C. Con el fin de proteger al Tíber de la amenaza etrusca, siete aldeas latinas de la región del Lacio formaron una confederación, el septimontanium. Pero su valor estratégico y comercial atrajo a los etruscos, que impusieron su dominio sobre las aldeas y fundaron la ciudad de Roma. La ciudad fue amurallada, se planearon sus calles y sanearon los valles pantanosos que la rodeaban mediante los canales de desagüe, unieron las riberas del Tíber con un puente hasta que finalmente se transforma en una ciudad verdadera. Los orígenes de la ciudad de roma son bastantes inciertos sin embargo los investigadores modernos sostienen que la cuidad fue fundada por un grupo de familias aldeas, personas que se fueron refugiando en ese lugar hasta que fue aumentando su población a través del tiempo. Establecieron en la región de lacio sobre el monte palatino. Luego fue conquistada por los etruscos pueblo ubicado al norte de lacio quienes dieron forma definitiva a la cuidad de Roma, es decir, Roma se fundó el día 11 antes de las calendas de mayo, sería el 21 de abril de 753 a. C.
 
El término Hispania es latino, el término Iberia es exclusivamente griego. Decir español por iber o por hispanus es cometer una falta de pertenencia pues lleva consigo diferencias de época y de ambiente. En los textos que se conservan de los romanos éstos emplean siempre el nombre de Hispania (citada por primera vez hacia el 200 adC por el poeta Quinto Ennio), mientras que en los textos conservados de los griegos éstos emplean siempre el nombre de Iberia. Se sabe que los fenicios y los cartagineses llamaron a la Península con el nombre de Span o Spania, con el significado de oculto (país escondido y remoto). Existe otra versión de que el nombre proviene del término fenicio I-shphanim que literalmente significa: 'de damanes', (shphanim, es la forma plural de shaphán, 'damán', Hyrax syriacus) que fue con este vocablo con el que los fenicios decidieron, a falta de un nombre mejor, denominar al conejo, Oryctolagus cuniculus, animal poco conocido por ellos y que abundaba en extremo en la península. Otra versión de esta misma etimología sería Hi-shphanim, 'Isla de conejos' (o, de nuevo literalmente, damanes). Esta segunda explicación se hace necesaria porque en latín clásico la H se pronunciaba aspirada, haciendo imposible derivarla de la S sorda inicial (Leyes de Grimm y Verner).


 
El núcleo primitivo de la ciudad de Pamplona se remonta al primer milenio a.C., cuando era una aldea habitada por vascones, de nombre Uruna o Iruna, emplazada en la parte más alta de una terraza sobre el río Arga, en un emplazamiento estratégico. Aunque está considerada como punto importante en el primitivo trazado viario de la Península Ibérica e inevitable lugar de paso para las primeras migraciones indoeuropeas, los historiadores creen que el núcleo primitivo pudo ser utilizado como escala por los celtas. Desde sus orígenes Pamplona muestra una decidida voluntad de ejercer su hegemonía sobre el territorio circundante. La romanización echa raíces en el siglo I antes de Cristo, cuando la ciudad romana se instala sobre el primitivo poblado vascón. Está fuera de dudas que en el invierno de los años 75 a 74 a. C. sirvió de campamento al general romano Cneo Pompeyo, durante su campaña contra Sertorio, al que se considera por ello fundador de "Pompaelo" , Pompailon, Pompeiopolis, del que deriva Pamplona, "la ciudad de Pompeyo" a partir de un poblado vascón autóctono. Los primeros historiadores romanos, cuentan la gran dificultad que tenían los generales de Roma en conquistar estas tierras. La cristianización del territorio y la presencia cultural de Roma propiciarán la consolidación de Pamplona como capital política y religiosa. Pamplona ( Iruña ) se construyó con la intención de dominar las comunicaciones entre el Cantábrico, el río Ebro y los Pirineos por parte de los romanos, sirviendo de enlace entre la Península y el resto del Imperio a través de la Galia.Pompaelo crece hasta convertirse en un auténtico municipio romano, con foro y termas, que alcanza su máximo esplendor en el siglo II. Excavaciones en torno a la catedral han puesto de manifiesto la existencia de una ciudad desarrollada y dotada de servicios. La ciudad conoció hacia el 275 las primeras incursiones germánicas, a las que en el 409 se sumaron las invasiones de suevos, vándalos y alanos. Queda constancia de la toma de la ciudad por los visigodos en el año 472, en la pluma de San Isidoro, y en la de San Gregorio de Tours, de las sucesivas conquistas de Childeberto I (511) y Clotario I (561).

lunes, 27 de enero de 2014

Salesianos Pamplona en Verba Volant de RNE

 

En la antigüedad utilizaban para pesar la mercancía un instrumento de medición llamado la “romana”. Consistía en una barra horizontal graduada, en la cual de uno de los extremos pendía la mercancía.

En latín, para referirse a esta primitiva balanza se empleaba el término pendere o pensum, que significa pender, colgar. De estos verbos deriva la palabra pensar. De acuerdo con el Diccionario Etimológico de Pedro Felipe Monlau, el término castellano pensar proviene del latín pensare (frecuentativo de pendere, pesar) que significa “pesar exactamente”, y que luego en romance pasó a significar pensar, imaginar, discurrir, meditar, ejercitar la inteligencia, etc.

Resulta interesante mencionar también que la palabra pienso, que además de ser la primera persona del presente del verbo pensar, también se llama así la comida que fue pesada y que se destina a los animales, o sea, que este término también hace referencia al pesaje. Del verbo pendere también deriva la palabra pondus, que significa “peso”, nombre a partir del cual se forma ponderare, de donde deriva el término ponderar; palabra que siendo extraída del área de peso se la utilizó para la designación de cualidades mentales.

De este modo, ponderada es la persona que sopesa cuidadosamente las cosas antes de tomar una decisión. Por lo tanto, la acción de pensar podemos equipararla con la acción de pesar, o sea, evaluar una situación antes de tomar una decisión. Asimismo, algo impensable sería aquello que no se puede equiparar, pesar, o como lo define la RAE, que no se ajusta al pensamiento racional.