Había una vez un niño muy pobre, al que le gustaba mucho la Navidad. Tenía cinco años y viví en una casa abandonada a las afueras de California. El niño era huérfano, y su mayor deseo era una nueva familia que le quisiera y le proporcionara un hogar.
Una tarde, el niño cogió un papel y un boli y empezó a escribir una carta para Papá Noel. La carta decía lo siguiente:
“Querido Papá Noel:El año pasado ha muerto toda mi familia, y para esta Navidad quiero encontrar otra familia para ser feliz. Te quiero mucho.”
Cuando acabó de escribir, dejó la carta al lado de la puerta y se fue a dormir. A la mañana siguiente la carta había desaparecido, y pensó en cuánto anhelaba que su deseo se cumpliera.
El día de Nochebuena nuestro amigo ya creía que su deseo no se haría realidad, y que al menos le haría feliz recibir un pequeño regalo por pequeño que fuera. Al caer la noche se acostó a dormir tapado por unos cartones.
Al despertar no daba crédito a lo que veían sus ojos. Estaba acostado en una cama dentro de una habitación llena de juguetes. Se levantó y bajó las escaleras de la casa. En el salón se encontraba reunida una familia alrededor de un árbol de Navidad lleno de regalos. La magia de la Navidad había hecho realidad todos sus deseos.
Mis citas
Cita de Juan José Millas en El País el 19 de Noviembre de 2009
"Los vocablos no sólo contienen definiciones, también tienen sabor, textura, volumen, que las hay imposibles de tragar, como el aceite de ricino y las que entran sin sentir, como un licor dulce.
Las que curan y las que hacen daño, las que duermen y las que despiertan. Las que proporcionan inquietud y paz. Hay palabras, incluso, que matan".
"Los vocablos no sólo contienen definiciones, también tienen sabor, textura, volumen, que las hay imposibles de tragar, como el aceite de ricino y las que entran sin sentir, como un licor dulce.
Las que curan y las que hacen daño, las que duermen y las que despiertan. Las que proporcionan inquietud y paz. Hay palabras, incluso, que matan".
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