Era se una vez un niño llamado Pedro que tenía ojos azules como el mar, era moreno además era buen estudiante, iba a 2º ESO y tenia muy buena ortografía. Además, se llevaba muy bien con sus compañeros de clase.
Un día al despertarse, a Pedro le pareció ver algo por la ventana y, al asomarse a ella pudo ver una calle llena de nieve y hielo. Rápidamente, se puso ropa de nieve, desayunó y quedó con sus amigos del instituto: Manolo y Jaime, para disfrutar de ese magnifico día de nieve.
Ya una vez con ellos, Pedro estaba con el trineo que le compraron a los once años cuando este se rompió y Pedro salio volando. Sus amigos fueron a verle abajo ya que se tiraba desde una montaña que había detrás de la casa de Manolo, bajaron los dos cada uno con su trineo y observaron que se había roto el pie. Fueron corriendo a su casa llevándolo en uno de los trineos para que su madre lo llevara al hospital y le hicieran una radiografía.
Al volver a casa, Pedro tuvo que quedarse sin su día de nieve, pero al menos Manolo y Jaime se quedaron a hacerle compañía, ya que no podían ir al instituto porque había demasiada nieve y se pusieron a jugar a la consola. Cuando sus amigos se fueron a casa, él se acostó y se durmió.
Al día siguiente se despertó y se dio cuenta de que solo fue un sueño nevado y fue corriendo al instituto porque llegaba tarde.
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