Había una vez tres hermanos llamados Lucía, Julian y Ander. Lucía era la más pequeña con ocho añitos, Julian tenía trece y era el mediano, y Ander hacía poco había cumplido los dieciséis. Un día los tres hermanos se fueron al pueblo de sus padres para celebrar la fiesta de Halloween. En cuánto llegaron, notaron que el pueblo estaba decorado de forma espeluznante, y que todos sus habitantes iban disfrazados.
Aquella noche disfrutaron de una cena en familia, hasta que llegó la hora de acostarse a dormir. Cada cual se encontraba durmiendo en su cama, cuando de repente Lucía despertó sobresaltada por un ruido grave que venía del sótano. Dio un salto de su cama y fue corriendo a despertar a sus hermanos para contarles lo que había sucedido.
Los tres hermanos fueron juntos a ver cuál era la fuente de ese extraño sonido. Cuando llegaron a la escalerilla que descendía al sótano se detuvieron e intercambiaron miradas, como si los tres supieran que algo se escondía allí abajo y les estaba acechando. Animados por Ander, cogieron valor y abrieron la puerta del sótano.
La luz de la Luna entraba por una pequeña ventana del sótano, y grande fue la sorpresa cuando de pronto distinguieron una sombra proyectada por la tenue luz contra la pared del fondo. Era una extraña criatura de forma redonda, con pelos erizados y afiladas garras. Todos se quedaron paralizados, sin poder mover ni un solo músculo del cuerpo. Grande fue el alivio que sintieron cuando la criatura dio un salto y salió a la luz. Se trataba de Lucky, el gato de la familia.
Ya de regreso a sus habitaciones, los niños se fueron a dormir. Poco duró su sueño. Julian despertó sobresaltado oyendo el mismo ruido que su hermano menor. Un escalofrío le recorrió el cuerpo cuando vio al gato de la familia en la primera planta. Despertó a los demás y tras una pequeña discusión decidieron bajar a investigar.
Al bajar al sótano, esta vez vieron a un niño rubio que tendría la edad de Lucía. Hablando con él averiguaron que su nombre era Astaroth. El niño les contó que estaba prisionero en ese sótano y que necesitaba ayuda para liberarse.
-¿Cómo podemos ayudarte? – preguntaron al unísono los hermanos.
- Ya lo habéis hecho – les respondió el niño mientras hacía un raro gesto con una sonrisa malévola en su cara.
Inmediatamente fueron teletransportados a un extraño sitio de otra dimensión. El niño había cambiado su aspecto al de un horrible ogro verde. Los hermanos se encontraban arrinconados sin posibilidad de escapar, cuando el ogro se arrojó encima de ellos. Ander y Julian intentaron defenderse del ogro, mientras que Lucía gritaba con los ojos fuertemente cerrados. No tenían ninguna oportunidad de salvarse. El primero en morir fue Julian. Con un tremendo golpe el ogro arrancó su cabeza y la arrojó dentro de un caldero. Después cayó Ander, que lloraba junto a lo que quedaba del cuerpo de su hermano. De un zarpazo el ogro le quitó su corazón.
De pronto cesaron los gritos y los ruidos. Lucía estaba agachada en el suelo con sus ojos tapados. De a poco se fue calmando pensando que todo era una pesadilla. Cuando estuvo más tranquila abrió los ojos. Sólo descubrió que estaba en el suelo del sótano junto a los cadáveres de sus dos hermanos.
Mis citas
Cita de Juan José Millas en El País el 19 de Noviembre de 2009
"Los vocablos no sólo contienen definiciones, también tienen sabor, textura, volumen, que las hay imposibles de tragar, como el aceite de ricino y las que entran sin sentir, como un licor dulce.
Las que curan y las que hacen daño, las que duermen y las que despiertan. Las que proporcionan inquietud y paz. Hay palabras, incluso, que matan".
"Los vocablos no sólo contienen definiciones, también tienen sabor, textura, volumen, que las hay imposibles de tragar, como el aceite de ricino y las que entran sin sentir, como un licor dulce.
Las que curan y las que hacen daño, las que duermen y las que despiertan. Las que proporcionan inquietud y paz. Hay palabras, incluso, que matan".
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