Para empezar este artículo voy a copiar las definiciones que la RAE, en el Diccionario de la Lengua Española en su vigesimo primera edición, da por separado a las palabras "Patrimonio" y "cultura".
Patrimonio: conjunto de bienes pertenecientes a una persona natural o jurídica, o a efectos a un fin, susceptibles de estimación económica.
Cultura: conjunto de modos de vida y constumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época o grupo social,etc. ( añadiré la acepción "popular", que se refiere al conjunto de las manifestaciones en que se expresa la vida tradicional de un pueblo.
Desde hace unos días se ha venido hablando en el Estado español de declarar las corridas de toros como Bien de Interés Cultural o como Patrimonio Cultural.
Fue la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, quien alertada por la posible prohibición en su, a menudo, antagonista y opositora Comunidad de Cataluña de la mal llamada "fiesta nacional". ( Para mi la única posible fiesta nacional es el 12 de Octubre, llamado Día de la Hispanidad ).
Ahora ha llegado a nuestra tierra, a Navarra, a Pamplona, donde se ha aprobado una declaración institucional en apoyo a los festejos taurinos, dándole el mismo rango que a otros espectáculos tan arraigados en estos lares como la bajada de la Almadía en el Valle de Salazar o nuestras jotas de la Ribera Navarra ( donde las únicas torturas son las de los callos de los almadeiros o los retorcijones o esguinces de los "dantzaris" ).
Hay muchos argumentos que puedo dar para apoyar mi opinión de que no se debe mezclar cultura con espectáculo, y menos llamar cultura a una muerte, asesinato o tortura equiparándolo a otros eventos que no realizan mayores sufrimientos a un animal que los propios a momentos ancestrales de la tradición agrícola de un pueblo, como puede ser el arrastre de los bueyes en el deporte rural vasco.
Pero, primero voy a dar mi propia experiencia. Yo no voy a negar que he ido a ver una corrida de toros en Pamplona, como no en Sanfermines. Yo he pasado ya mi juventud, pero ni entonces le veía mucho sentido a un espectáculo donde lo importante era ver como sufría un animal y donde un grupo de hombres armados con diferentes tipos de armas blancas cuya denominación fui aprendiendo se turnaban para primero, a caballo, otro animal que sufre pero no nos damos cuenta, clavarle al toro un palo con una punta gorda al final llamada pica ( es el picador quien hace la primera "intervención" ). Luego, es otro hombre, o dos, generalmente de mediana edad y regordetes, primeras carcajadas inocentes, quien lleva dos palos de brillante colorido y se pone a correr como loco hacia la cara del toro y le clava esos dos palos terminados en punta de 8cms afilados de acero sobre su ya chorreante piel de toro ensangrentado.
Y ahí no termina todo. Puede que un animal que, generalmente, pesa unos 500 kilos, se curara si se parara ahí su sufrimiento, pero no ahora viene el "artista", quien sobre un herido, y antes aturdido y torturado animal, lo torea ( palabra que nos sirve a todos para hablar de intentos de burla, despiste y vejación sobre otra persona, por cierto ) y finalmente asesina. No voy a añadir mucho más porque el video que adjunto explica muy bien los efectos del último, con suerte, estoque que recibe el toro.
Siempre he creido que se puedde encontrar otros finales a este tipo de espectáculo. Lo que sí han conseguido otros festejos taurinos como las corridas vasco-landesas o recortadores de vacas-toros tan famosas también en nuestras fiestas de Sanfermin.
Hablando de Sanfermines, muchos piensan que si aqui se prohibieran las corridas de toros, como parece que va a ser en Cataluña, desaparecerían los encierros y consecuentemente las famosas fiestas de Pamplona. Yo creo que no es necesario ese fin, primero, y segundo yo no estoy de acuerdo con llamar a la corrida de toros Patrimonio cultural ni Bien de Interés Cultural, pero tampoco prohibirlas. Tan solo que vayan a ese espectáculo quien quiera, y si la sociedad, como parece que está ocurriendo, evoluciona hacia el abandono de ese tipo de espectáculo, pues terminaría por desaparecer.
Ese es el "quid" de la cuestión, creo yo. Otro argumento, las opiniones de los expertos. En este caso los Grupos Antitaurinos, como Ecologistas en Acción, quienes, y a mi entender con buenn criterio, creen que este movimiento pro-corridas de toros en instituciones dde diversas CC AA es debido a la falta de apoyo, o mejor dicho, pérdida de aficionados a los toros en España y a los problemas de liquidez económica que tienen diversoo ganaderos poderosos del Estado español.
Y es que sí que les tengo que dar la razón a los pro-taurinos que el criar a un toro es muy costoso y que si desaparecieran las corridas de toros, el toro de lidia se extinguiría. Sí, cierto. Sigo diciendo que se puedde proponer no torturar hasta la muerte al toro, pero claro, los beneficios económicos del ganadero no pagarían los costes económicos de alimentar durante dos años a un animal que debe llegar a pesar más de 500 kilos, y que sólo el matadero y la venta de su carne para la alimentación de la población no costearía los gastos.
En fin, no me voy a alrgar mucho más y concluyo con mi tesis de que las corridas de toros para mi no deberían ser consideradas Patrimonio Cultural ni Bien de Interés Cultural. No se debe mezclar cultura con espectáculo y menos hacer que los políticos, que deberían preocuparse en hacernos salir de la crisis económica que sufrimos, pierdan el tiempo en salvar los negocios de unos pocos. Cada uno es libre de ir a un espectáculo u otro, y si la gente no le gustara ver a 11 hombres ( o mujeres ) en pantalón corto detrás de un balón, pues tampoco irían al fútbol. Y como dice Javier Manero, historiador del encierro, nuestra tradición y los demás festejos taurinos se defienden por sí mismos.
Mis citas
Cita de Juan José Millas en El País el 19 de Noviembre de 2009
"Los vocablos no sólo contienen definiciones, también tienen sabor, textura, volumen, que las hay imposibles de tragar, como el aceite de ricino y las que entran sin sentir, como un licor dulce.
Las que curan y las que hacen daño, las que duermen y las que despiertan. Las que proporcionan inquietud y paz. Hay palabras, incluso, que matan".
"Los vocablos no sólo contienen definiciones, también tienen sabor, textura, volumen, que las hay imposibles de tragar, como el aceite de ricino y las que entran sin sentir, como un licor dulce.
Las que curan y las que hacen daño, las que duermen y las que despiertan. Las que proporcionan inquietud y paz. Hay palabras, incluso, que matan".
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