Lucas Augusti, actual ciudad de Lugo, fue fundada como población romana y capital del convento jurídico lucense por el Emperador Augusto en el 14 a.c. Sin embargo la Muralla es posterior al nacimiento de la ciudad ya que no se erigió hasta finales del S. III, cuando Roma empezó a sentir la amenaza de las invasiones bárbaras.
Esta fecha fue arrojada del estudio de los materiales de construcción reaprovechados para la edificación, anteriores al 260 d.c., así como el hallazgo de varias monedas a la altura de la cimentación del monumento. Estas monedas correspondían con las épocas del Emperador Claudio (268-270 d.c.) y Galiano ( 253-266 d.c.)
Lo que continúa siendo un enigma al día de hoy es la fecha de terminación de la obra. Se cree que se construyó en un sólo proyecto pero se desconoce la duración del proceso. No es ese el único misterio que rodea a la Muralla de Lugo, también es un enigma la razón por la cual la Muralla dejó en su exterior, desprotegidos, barrios poblados mientras que fortificó áreas de cultivo o totalmente despobladas.
Una historía mínima de los romanos (No Es Un Día Cualquiera)
De la época de la Baja Edad Media se tiene noticias de varias fortificaciones y castillos sobre la Muralla o junto a ella y a partir del S. XVI se empezaron a conceder en foro los huecos existentes entre los cubos para la construcción de viviendas, iniciándose así el crecimiento urbano extra muros. Entre 1853 y 1921 se abren cinco nuevas puertas y este último año la Muralla es declarada Monumento Nacional.
En 1971 se declara de utilidad pública la demolición de las edificaciones adosadas a la Muralla y la Operación Muralla Limpia empieza a eliminar todas estas. Así se da comienzo a la restauración de las áreas deterioradas y se abre el camino para la posterior pronunciación de la UNESCO.
La Muralla era parte de un complejo defensivo integrado. Mirado desde fuera hacia dentro tendríamos: foso, muralla e intervallum. La presencia del foso ha sido documentada arqueológicamente, primer obstáculo que tendría que salvar el asaltante, luego la Muralla misma y como último óbice el intervallum, un espacio comprendido entre la Muralla y la primera línea de edificaciones urbanas.
La anchura de éste debería ser suficientemente amplia para permitir el movimiento de tropas, el tránsito de carromatos destinados al abastecimiento de armas y comida, así como servir de espacio para recibir las armas lanzadas desde el exterior con catapultas y servir de base a las escaleras móviles.
En la actualidad se accede al paseo de ronda o adarve por 4 escaleras y una rampa, todas ellas modernas. En la época del Imperio Romano el acceso se realizaba a través de escaleras de doble ala, embutidas en el macizo de los cubos.
La obra ocupa un trozo de terreno topográficamente irregular, su planta es cuadrangular con los ángulos suavizados. Su estructura esta hecha principalmente de lajas de pizarra y bloques de granito, materiales abundantes en el entorno. Los romanos encontraron en la pizarra un elemento similar a sus ladrillos de cerámica y utilizaron el granito para reforzar las torres que flanqueaban las puertas.
El conjunto de la fortificación abarca 34,4 Ha y tiene un perímetro de 2.117. Su espesor es de 4,20 m, aunque en algunos lugares alcanza los 7 m. La altura de la Muralla oscila entre los 8 y los 12 metros.
Originalmente había 85 u 86 cubos pero actualmente hay 71, de los cuales 60 son de planta circular y 11 son cuadrangulares. Cada uno esta coronado por su respectiva torre. Para entrar y salir de la fortificación se utilizan 10 puertas, solo 5 de ellas son con toda seguridad de origen romano y otras tantas abiertas a partir de 1853, por necesidades de crecimiento urbano. Solo 4 de estas puertas permiten la circulación de tráfico automotor.
Las 10 puertas son: La Puerta del Carmen, la más antigua, que mantiene su aspecto original, recibía a la calzada precedente del puente sobre el río Miño; la Puerta de Santiago o Puerta de Postigo, originalmente romana, la Puerta del Obispo Aguirre, que fue abierta en 1894, la Puerta del Obispo Izquierdo, moderna en su forma actual pero al parecer heredera de otra más antigua; la Puerta Nueva, sin duda de origen romano pero reformada a finales del siglo XIX; la Puerta Toledana o de San Pedro, que daba salida al camino “Vía XIX de Itinerario de Antonino”; la Puerta de la Estación, abierta en 1873 para facilitar el acceso a la estación de ferrocarriles; la Puerta Falsa, románica en su origen y las Puertas de San Fernando y del Obispo Odoario, abiertas en 1853 y 1921 respectivamente.
Muchas leyendas se han formado en torno a la Muralla. Se dice que en el año 460 cuando los Suevos, al mando de su caudillo Hermerico, entraron a sangre y fuego a la ciudad, los lucenses habían dejado las puertas de la Muralla abiertas por la Pascua. Fue un error humano , no arquitectónico, de allí viene la frase: “ Nos hicieron la Pascua”
La Muralla de Lugo es la única de Europa que conserva íntegro su perímetro de casi 2200 metros y su aspecto actual responde en casi su totalidad a su configuración original. Siendo considerado el recinto fortificado más importante, mejor conservado y más representativo de la época, es además totalmente transitable, motivos suficientes para que el 30 de Noviembre de 2000, el comité de la UNESCO reunido en Cairns, Australia, decidiera por unanimidad absoluta y basándose en el criterio C-IV, declarar La Muralla Bien Patrimonio de la Humanidad.
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